"Seis peces azules" - David Tejera

Como a muchos otros, la editorial Algaida tuvo la amabilidad de enviarme esta novela, el reciente Premio Ateneo de Sevilla (junto al Ateneo Joven, del que os hablé hace unos días) así que cuando Tatty de El universo de los libros me comentó que iba a organizar una lectura conjunta del mismo, supe que tenía que apuntarme. La amabilidad de Algaida merecía que adelantase estos libros unos cuantos puestos en mi eterna lista de pendientes.

Aquí tenéis mis impresiones:

David Tejera

Escritor y periodista español, David Tejera ha trabajado para los servicios informativos de Antena 3 y CNN+ como presentador por lo que, quizás por nombre no le conozcáis, pero seguro que su cara os resulta conocida

En 2002 logró hacerse con el Premio Ateneo Joven de Sevilla con su libro La senda de los locos, consiguiendo en 2012 el Ateneo de Sevilla de Novela con Seis peces azules. Ya veis, que lo suyo son los Ateneos!

Datos técnicos

Título: “Seis peces azules”
Autor: David Tejera
Páginas: 488
Editorial: Algaida
Edición en tapa dura con sobrecubierta
I.S.B.N.: 978-84-9877-816-8
Precio: 20,00 
Primera edición: octubre de 2012

Argumento

Andreas es un cazador de piedras. Recorre el mundo entero buscando piedras preciosas que luego vende a los joyeros de Amsterdam, donde reside. Su principal cliente es el taimado joyero Neron Staufman quien, en esta ocasión, le va a encargar algo muy especial: buscar la mitad perdida del fabuloso diamante Jehangir. En realidad no se sabe si existe pero el joyero está convencido de que sí y, si Andreas lo encontrara, sería uno de los más fabulosos descubrimientos del siglo. A pesar de que hace años que Andreas decidió no buscar diamantes, en esta ocasión decide hacerlo y viaja a la India en su busca.

Mientras, su novia Elka se queda en Amsterdam. Hace años que viven juntos pero las cosas no van demasiado bien. Andreas no se deja querer y huye del compromiso mientras que Elka quiere algo más. Elka trabaja en una tetería llamada Samoa regentada por una francesa exiliada. Un día, frente a la tetería, en el canal, unos buzos descubren un arcón dentro del cual hay un cadáver. Un hombre casi momificado, del que no se sabe nada, ni siquiera su identidad, por lo que, debido a su color, se le conocerá como “el hombre azul”. Elka es de las primeras en ir a ver el cadáver y, sin saber muy bien cómo, se hace con algo
 que estaba dentro del arcón: un reloj de cadena de una edición muy limitada. Decide investigar por su cuenta para tratar de averiguar quién fue el misterioso difunto.

Por otro lado, Stephanos es un marino que, tras muchos años, vuelve a navegar y se embarca en el volcán Chiriquí. La tripulación del barco tiene una única misión: llevarlo a determinado lugar y allí estrellarlo para que los propietarios cobren el dinero del seguro. Pero, en el último momento, el griego se queda en el barco y huye con él. Solo en un barco mercante tiene provisiones para sobrevivir unas pocas semanas. Con lo que no cuenta es que en el barco hay unos extraños polizones.

Impresiones

Como os comenté al principio, esta novela ha sido la más reciente galardonada con el Premio Ateneo de Sevilla, premio que, en sus más de cuarenta años ha reconocido el buen hacer literario de autores tan famosos como Torcuato Luca de Tena, Jordi Sierra i Fabrá, Mercedes Salisachs, Juan Marsé, Fernando Marías, Espido Freire o Félix J. Palma o Andrés Pérez Domingo entre otros.

“Seis peces azules” nos presenta una historia bastante original, formada por diferentes historias que no parecen tener nada que ver entre sí pero que, finalmente, acaban por confluir, como no podía ser de otra forma.

Al principio el libro descoloca. Por un lado se nos presenta al volcán Chiriquí y su tripulación y, por otra, a Andreas y Elka. Dos historias que, aparentemente, no tienen absolutamente nada que ver entre sí aunque, hacia la mitad del libro, vemos algo que podría unirlas: un extraño colgante formado por seis peces de cristal de color azul que tanto Stéphanos como Andreas tienen colgado, respectivamente, en su camarote y su dormitorio. Buena parte de la “intriga” (si es que podemos llamarla así) de la novela es averiguar qué puede unir historias tan dispares. Digo “intriga” entre comillas porque no se puede decir, ni mucho menos, que sea ésta una novela de misterios o que guarde grandes secretos: de hecho, bastantes antes del final me imaginé cuál era esa relación, no es difícil hacerlo.

Hay dos grandes aciertos, desde mi punto de vista en esta novela: la prosa del autor y la perfecta caracterización de escenarios y personajes. En cuanto a lo primero, me ha sorprendido muy agradablemente lo bien que escribe David Tejera. Su prosa es muy detallista, cuidada, culta y elegante. Muy descriptiva, a veces con un tanto cuasi-poético, se para mucho en los detalles y en pequeñas historias paralelas. Utiliza un lenguaje culto y cuidado que, unido a la perfecta labor de corrección de la editorial, hace que, técnicamente, sea un libro perfecto

En cuanto a lo segundo, tanta descripción como he señalado se refleja, sobre todo, en la caracterización de los personajes y en la escenificación de los lugares donde transcurre la historia. Los personajes están perfectamente caracterizados, con personalidades formadas al más mínimo detalle, sobre todo en el que yo considero protagonista principal, Andreas. No es éste un protagonista típico, pues su carácter frío hace que no haya podido empatizar con él. Andreas es un hombre en la treintena, desaliñado (con mala pinta podríamos decir), muy independiente e individualista, frío de sentimientos, cerrado… No sabe querer bien a su novia Elka que tan bien le quiere a él y apenas se deja querer; siempre hay un resquicio en su interior protegido de los sentimientos. Quizás porque no tiene pasado, porque no sabe quiénes son sus padres ni dónde nació, porque no recuerda más allá de sus años en el orfanato, Andreas no sabe expresar sus sentimientos ni abrirse totalmente a nadie. Quizás por ello ha elegido la profesión ideal para él pues le hace huir, lejos, cada poco tiempo, guardando las distancias físicas como guarda las emocionales.

Tampoco he podido empatizar demasiado con los demás personajes, ni con Stephanos, tan solitario él también ni con Elka quien, si bien aparece como la más humana de todos, hace cosas (una especialmente) que me echan para atrás profundamente.

Así, si bien son personajes reales, bien descritos y caracterizados, mi falta de empatía hacia cualquiera de ellos ha hecho que no me implicase demasiado en la historia.

En cuanto a los escenarios, la acción transcurre en Amsterdam, la ciudad de las piedras preciosas, en el mar (en un barco que navega en un lugar cercano a Madagascar), en la India y, parcialmente, en algunas otras localizaciones exóticas a las que Andreas, en su labor de cazador de piedras, viajó en el pasado. Los escenarios están muy bien descritos. Especialmente me han gustado dos: Samoa, la tienda donde trabaja Elka, y la ciudad fantasma de Fatepuhr Sikri. La pequeña tienda de té propiedad de la jefa de Elka me ha encantado pues me ha recordado a algunas tiendas del estilo que, afortunadamente, podemos encontrar en algunas de nuestras ciudades (tipo al Tea Shop), en las que los dependientes se toman su tiempo para enseñar y dar a oler las diferentes variedades de tés a los potenciales clientes, les informan de sus características y de sus propiedades, les dan a probar el té del día… Como aficionada al té que soy no pierdo la ocasión de entrar en este tipo de establecimientos cuando veo alguno, me encantan. Y el otro escenario que he señalado, el de Fatepuhr Sikri me ha encantado. No tenía ni idea de su existencia y lo que el autor nos cuenta sobre cómo es y su origen me ha parecido fascinante. Es una ciudad fantasma, en la que no reside nadie (bueno, salvo unas pocas personas) y que fue creada por un gran rey, de ideas de lo más originales. Es un lugar turístico, que se puede visitar y que me encantaría hacerlo aunque por las descripciones del autor, casi pareciera que ya he estado ahí.

Con tan buena prosa y tan buenos personajes y escenarios, casi parecería lógico y normal que os dijera que la novela me ha encantado, no? Pues no, me temo que no ha sido así. Es uno de esos casos en los que el libro me ha parecido buenísimo pero que, sin embargo, no me ha llegado. Lo he leído a gusto y no me ha aburrido, en ningún momento he pensado en abandonar la lectura; no obstante, tampoco me he acabado de meter en la acción en ningún momento, me daba igual lo que pasase, no me he encontrado ninguna sorpresa (incluso el “misterio” que encierra, lo adiviné mediado el libro), en fin, que no me ha emocionado. Y ya sabéis que, libro que no me emociona, libro que me deja un poco fría. La minuciosidad del detallismo de la prosa de David Tejera, la multitud de historias que narra al hilo de los acontecimientos, si bien por una parte me ha encantado, por otra considero que ralentiza mucho una acción que no es, de por sí, en ningún momento rápida. Es como la cara y la cruz de una misma novela: es lo que hace de esta novela algo realmente bueno pero que, al mismo tiempo, a mí me ha resultado un tanto pesado. Quizás sea el momento en el que lo he leído, momentos de poca concentración en los que, seguramente, me hubiese venido mejor algo más ligero, más “enganchante”, más emocionante, pero he de confesar que, en ocasiones, he leído algunos párrafos “en diagonal”

Conclusión final

Esta novela me ha dejado un sabor un tanto agridulce. Por un lado, reconozco que es una gran novela: la prosa del autor es exquisita, perfecta, el detallismo en la caracterización de los personajes y de los escenarios, hacen de ella una novela muy trabajada… pero, como os digo, a mí no me ha acabado de llenar. Por eso, sí que la recomiendo pero no a todo tipo de lector

Nota: como en el caso de la novela que ganó el Ateneo Joven, Donde la muerte te encuentre de Fernando Otero, he de señalar la buena labor de la editorial, al ofrecernos un libro muy bonito por fuera y con un correcto proceso de corrección.

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