Os traigo hoy la reseña de un libro, no muy conocido, que he disfrutado como una enana y que ha dejado un agradable poso en mí. Se trata de “Dioses terrenales” de Javier Martínez Mas; un libro autopublicado que, no obstante, tiene calidad suficiente para estar en las baldas de cualquier librería o biblioteca
Javier Martínez Mas
Javier Martinez nació en Barcelona aunque reside desde niño en Cartagena. Se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad de Murcia y, en la actualidad, trabaja como Médico Forense en el Instituto de Medicina Legal de dicha ciudad.
Con esta obra realiza su primera incursión en la narrativa.
Datos técnicos
Autor: Javier Martínez Mas
Colección: Círculo rojo - Novela
Páginas: 710
ISBN: 978-84-9991-693-4
Formatos: Edición rústica con solapas
Tamaño: 15x23 cm
Editorial: Editorial Círculo rojo
Precio: 18 €
Argumento
El protagonista de esta apasionante novela es Sergio Molina, forense que desarrolla sus funciones en el Instituto de Medicina Legal de Cartagena. Hace poco se ha separado y su mujer ha permanecido viviendo en el chalet familiar que con tanta ilusión compraron hace poco, junto a la hija común, en silla de ruedas tras un aparatoso accidente de circulación.
Un día tiene que sustituir a una colega como forense de guardia. En el ejercicio de sus funciones rutinarias, tiene que acudir a un levantamiento de cadáver. Aparentemente, se trata de un rutinario suicidio por ahorcamiento; pero ésa es sola la primera impresión: al hacerle la autopsia, Sergio se da cuenta de que el cadáver tiene una abrasión en el cuello que puede indicar que la muerte no fue tan voluntaria como al principio pensó. Pero sólo es él quien ve la abrasión así que decide olvidarse del tema y certificar la muerte como suicidio.
No hubiese dado más vueltas al tema si, al día siguiente, no se hubiera presentado en la clínica forense Andrea, una antigua novieta desaparecida durante años de su vida. Andrea, que es periodista, le cuenta que el muerto, era su primo y que jamás de los jamases se hubiera suicidado. Además, le dice que trabajaba como militar en una base en el continente antártico y que sabe que algo raro está pasando.
Sergio decide ayudarle y, sin comerlo ni beberlo, se va a ver envuelto en una trepidante historia de enigmas, crímenes, conspiraciones y misterios, en la que no podrá confiar en nadie y en la que descubrirá cosas que alguien quiere mantener ocultas…
Impresiones
Hace unos meses Javier se puso en contacto conmigo para ofrecerme su libro para leer y reseñas. Entré en su página web, curioseé un poco lo que allí aparecía y lo que ví me gustó tanto que inmediatamente le dije que sí, a pesar de que todavía no había ninguna reseña del libro. Al poco Tatty de El universo de los libros publicó una reseña de lo más positiva, lo que me dio el empujón definitivo para leerlo ya: lo incorporé al maratón de agosto aunque, finalmente, lo leí durante la primera semana de septiembre.
El libro asusta un poco de primeras ya que son 700 páginas. El autor me comentó que no me asustara lo tocho que era porque la gente que lo había leído le decía que era una libro de lectura fácil y entretenida. Y sí, así ha sido. A pesar de su volumen, lo he leído en poco más de una semana ya que
me atrapó ya desde las primeras páginas y no me dejó soltarme hasta el final. De hecho, no me hubiera importado que se hubiera alargado un par de capítulos más ya que lo he disfrutado un montón.
¿Por qué? Pues, en pocas palabras, porque tiene muchas de las cosas que le pido a un libro.
Está bien escrito, tiene una buena historia que contar e incorpora elementos que me llaman la atención desde siempre: tema jurídico (ya os explicaré luego en qué aspectos), enigmas y misterios. Y todo ello
aderezado con un ritmo, en ocasiones, vertiginoso.
El protagonista es un
forense y eso es lo que aporta la parte jurídica al asunto. O, más que jurídica, diríamos judicial. Por si alguien no lo sabe, los forenses actúan de forma coordinada con los Juzgados de Instrucción: simplificando mucho, éstos les envían “pacientes” para que valoren sus heridas a fin de determinar las indemnizaciones por lesiones en casos de faltas o delitos de lesiones, accidentes de circulación por imprudencias, etc… Ése sería el trabajo más rutinario y menos glamouroso de los forenses quienes, normalmente, trabajan en un despacho dentro de los propios Juzgados. El trabajo más “glamouroso”, consiste en acudir a los levantamientos de cadáveres, solos o, en casos de presunta muerte violenta, acompañados del Juez de Instrucción y su Secretario Judicial (formando así la comisión judicial), certificar la muerte y practicar luego la autopsia. Dado que trabajo (o trabajaba porque ahora mismo trabajar trabajar poco) en el ámbito jurídico, he disfrutado mucho con todo lo relativo al tema. Está bien tratado, acerca la figura del forense a quien no la conozca y, sobre todo, se nota que el escritor sabe de lo que habla. No en vano, ya que él mismo, como el protagonista de la novela es forense. Es de agradecer esta total corrección jurídica, tan difícil de encontrar. Son muchas las ocasiones en las que he leído novelas jurídicas (me encantan) en las que me he llevado las manos a la cabeza por errores de bulto que hubieran sido tan fáciles de evitar con tan solo unas preguntas a alguien mínimamente entendido en la materia: Secretarios judiciales que (pobres, siempre les pasa igual) se limitan a llevar el café a los jueces y tomar notas, total confusión entre demandas y denuncias (en eso son especialistas los periodistas de la prensa del corazón), etc… No es, como digo, lo que ocurre en esta novela:
el autor sabe perfectamente de lo que habla y conoce en detalle los entresijos del lugar en el que trabaja.
Pero esta parte jurídica, no os asustéis, no es el núcleo de la novela ni mucho menos. Es el punto de partida para construir un thriller trepidante. Se basa para ello en una historia que te mantiene intrigada en todo momento, unas teorías –en las que luego incidiré- que me dejaron con la mosca detrás de la oreja en más de una ocasión, unos personajes muy bien construidos y un ritmo trepidante.
La historia tiene una buena base y un mejor desarrollo. Al principio no tienes ni idea de los vericuetos por los que te va a llevar y, cuando empiezas a vislumbrar de qué va el tema, te quedas con la boca abierta. A ver cómo lo explico para tentaros pero sin revelar nada. Y es que la novela tiene muchos
secretos y sorpresas ocultas que es mejor descubrir por uno mismo, sin acudir a ella sin ideas preconcebidas y con la mente abierta….
El cadáver, por su trabajo, llegó a conocer algo. Algo muy importante, transcendental, que gente muy poderosa intenta e intentará que permanezca oculto; no interesa que se sepa. Por suerte, antes de morir, pudo ocultar cierta información en algún lugar que sólo podrá descubrir quien resuelva una serie de enigmas ocultos en un cd. Sergio, ayudado por Cristina (una colega forense), Humberto (otro compañero) y Andrea (la periodista prima del muerto) van a ser los encargados de intentar resolver las diferentes cuestiones que el disco plantea. Sólo tendrán una oportunidad para ello: a la primera respuesta fallida, el cd se autodestruirá. Ya os he comentado en alguna otra ocasión (hablando, por ejemplo de “El eterno olvido” de Enrique Osuna o de “El enigma de los vencidos” de Armando Rodera, lo mucho que me gustan este tipo de
enigmas. Lo de menos es que (casi) nunca los resuelva; aún así, me encantan. Así como en los otros libros, los más avispados podían solucionar alguno (los primeros, que luego la cosa se complicaba mucho), en esta ocasión es realmente imposible porque se requieren cosas (mapas por ejemplo) de las que el lector no dispone. A pesar de ello, no dejan de ser de lo más interesantes. A medida que los van resolviendo, el cd les va dando información de interés.
Y ahí entramos en esa información. El punto que a algunos les pueda resultar más traído por los pelos y que a otros –me incluyo- sin duda nos encantará. Os pongo un ejemplo para que me entendáis rápido: “El código da Vinci” de Dan Brown y libros similares. Las teorías que Brown nos presentaba qué duda cabe que revolucionaron este mundillo; algunos se llevaron las manos a la cabeza horrorizados por el desvarío y a otros nos encantó descubrirlas, indagar un poco en internet y ver que tenían una base, que no eran totalmente inventadas (el asunto de María Magdalena, las vírgenes negras, los Illuminatti, etc…). “Dioses terrenales” no va exactamente por esos derroteros pero sí
plantea una serie de teorías que a mí, personalmente, me ha encantado descubrir y que en algunos casos me han hecho plantearme qué tipo de base real pudieran tener. No es que me crea a pies juntillas todo lo que me cuentan pero sí que me hacen darle vueltas en la cabeza, debatirlas con mi marido, imaginarme qué pasaría si fueran verdad…; y algo de verdad pudieran tener qué duda cabe… Me ha resultado este tema interesantísimo, de verdad, no sabéis cuánto. Y, repito, aunque haya hecho referencia al Código da Vinci, no tiene nada que ver con él; no se trata de teorías sombre temas religiosos ni nada por el estilo; sólo he puesto el ejemplo simplificando mucho las cosas y para que os hagáis una idea de cómo es la novela, suscitando vuestra curiosidad. Pero de qué va realmente no os lo voy a contar, eso tendréis que decidirlo por vosotros mismos si decidís leer el libro.
La historia está perfectamente construida, sin ningún fleco o cabo suelto, sin incongruencias ni meteduras de pata, perfecta. Y mirad que es difícil con tantas páginas, tantos interrogantes que se abren…, pero todo queda resuelto y bien explicado.
Se pone interesante ya desde el principio; me atrapó en las primeras páginas y no pude soltarlo hasta el final. De hecho, yo diría que el interés y el “atrapamiento” va a más. Como a más va el ritmo, que no decae nunca, ni siquiera en los momentos más tranquilos, en los que los protagonistas se sientan alrededor del ordenador para intentar solucionar un nuevo enigma. En esos momentos, la forma en la que investigan en internet, en la que presentan teorías –a veces descabelladas, otras lo primero que se les ocurre- , en la que cooperan unos con otros, hace que estés pendiente de cuál pueda ser esa solución que tan difícil se plantea. Es un libro, repito, que
engancha mucho. A mí me ha tenido en vilo durante nada más y nada menos que 700 páginas. No se me ha hecho largo sino más bien todo lo contrario y me ha dado pena que se acabar.
Me ha gustado mucho el estilo de Javier Martínez Mas. Ésta es su primera novela y es autoeditada. Sé que hay gente a la que le dan miedo las novelas autoeditadas o que, directamente, le tiran para atrás haciendo sinónimo autoedición de mala calidad. Bueno, cada uno tiene su criterio que, normalmente, deriva de sus previas experiencias. Mis experiencias con el mundo de la autoedición han sido de lo más positiva. Gracias a que unos valientes decidieron gastarse su dinero en financiar su sueño, he podido leer libros que me han encantado como “Crónica insignificante”, “Penurias exquisitas”, “Ellas también viven”, “La arena del reloj” … y algunos otros de los que ya os he hablado en la respectiva reseña. Se tiende a pensar que si un libro no ha sido publicado por una editorial convencional es porque es malo y no lo ha querido cuando, evidentemente, las editoriales no pueden publicar todo lo que se escribe (no hay más que darse una vuelta por Amazon y sus libros en formato kindle y comparar con la cantidad –muy pequeña- de libros que cada editorial publica al mes). Ni todo lo que se publica es bueno, ni todo lo autoeditado es malo, ni mucho menos. Hay grandes escritores fuera de los circuitos convencionales que tienen interesantes historias que contar y que las cuentan de una forma preciosa y que merecen una oportunidad, si no ya por las editoriales, si al menos por los lectores. Como este libro del que hoy os hablo. Que si no ha sido publicado es, o bien porque el escritor no lo ha querido así, o bien porque ningún editor se ha tomado la molestia de leer el primer capítulo; de haberlo hecho, estoy segura de que habría seguido leyendo y, si ése fuera el caso, habría decidido publicarlo. Seguro.
Y, por cierto, autopublicado no significa no sometido a un proceso de corrección. Reconozco que, si bien no me gusta encontrarme con errores y faltas de ortografía en los libros que leo, no soy especialmente escrupulosa con ello: si la novela es buena, las faltas la afean, qué duda cabe, pero no hacen que la considere peor lectura. Pero prefiero no encontrarlas, por supuesto. Me da más rabia encontrármelas en libros publicados que en libros autoeditados. Porque si un libro cuesta la friolera de 20 euros (o más) entiendo que es porque se tiene que pagar a diferentes profesionales que intervienen en su creación, entre ellos al corrector; si hay faltas es que el proceso de corrección o, no ha existido, o ha sido malo, por lo que no se justifica el precio. Lo perdono más en los autoeditados ya que no tienen tantos medios materiales como una editorial. Pero no os vayáis a creer que todos los libros autoeditados están llenos de errores porque eso sería caer en un reduccionismo absurdo y del todo inexacto: la mayor parte de los libros de este tipo está claro que han sido sometidos a un proceso de revisión que los hacen tan formalmente buenos como los libros editados de manera convencional. Como “Dioses terrenales”: es un libro formalmente correcto, en el que he encontrado alguna (dos o tres como mucho, entre 700 páginas) errata de tipo tipográfico pero que, por lo demás, es formalmente perfecto, como lo pueda ser cualquier libro editado. Por lo tanto, no le tengáis miedo si os echa para atrás el que sea un libro autoeditado: no tiene nada que envidiar a los publicados.
Detrás del libro se vislumbra un
ingente trabajo de documentación. Dioses terrenales es un libro trabajado; se ve que ha sido obra de muchas horas de investigación, de muchas revisiones y vueltas a la historia. No es de esos libros que se escriben en un par de meses sino el fruto de un gran trabajo. Toca diferentes temas y, bajo la forma de anécdotas, nos habla de historias de lo más interesantes (por poner un ejemplo para quien lo haya leído, me resultó muy curioso lo que dice del atentado a las torres gemelas de NY…)
Los personajes están perfectamente trazados. No son muchos a pesar de que la novela es muy larga. El principal es Sergio, que nos cuenta la historia en primera persona y que, por lo tanto, es al que mejor conoceremos. Un personaje con el que enseguida conecté interesándome por sus problemas y deseando que llegase a buen puerto. Y el equipo que formará para solucionar los enigmas con sus dos compañeros forenses y la periodista. Todos ellos tienen una personalidad propia y diferenciada, perfectamente dibujada en el libro. Junto a ellos tendremos una serie de personajes con un papel más secundario. Los buenos y los malos aunque aquí esta frontera está bastante diluida de tal manera que los que en principio deberían ser buenos (policías por ejemplo), quizás no lo sean tanto y los que aparecen realmente como buenos en la historia (Helmut y compañía) nos repugnan en ese papel. El autor sabe hacernos dudar de todos ellos en todo momento. Casi desde el principio sabemos que hay alguno (por lo menos) que no es lo que parece, un topo, un traidor y vamos cambiando de parecer sobre quién es casi de un capítulo a otro, lo cual ayuda también a mantener la intriga. Un diez en cuanto a personajes!
“Dioses terrenales”
no es un libro que se quede en el mero entretenimiento sino que también hace reflexionar. Nos muestra cómo muchas veces creemos las cosas que otros quieren que creamos y tenemos una visión del mundo totalmente dirigida. ¿Por quiénes? Por los que están arriba y dirigen el cotarro, por los poderosos. Dicen que la Historia la escriben los vencedores y es cierto pero también la pequeña historia, la vida de cada día. Se nos da información sesgada, o se nos oculta, o se tergiversa… para que pensemos que las cosas son de una determinada forma. Nos da un punto de partida para, si queremos, ir más allá e investigar un poco. Todos tenemos internet al alcance de la mano y ésta es una gran herramienta para buscar información. El libro nos da unos datos y una explicación para los mismos pero nosotros, partiendo de ellos, también podemos intentar buscar la verdad…
Finalmente, comentar que una buena parte de la novela está situada en
Cartagena, ciudad que conozco por encima (de una visita de unas horas) pero que me parece conocer más tras la lectura del libro. Ciertos lugares de la misma están muy bien descritos y te dan ganas de coger las maletas e ir hacer un recorrido turístico por ellos.
Conclusión final
Perdonaréis que me haya enrollado tanto pero es que cuando un libro me gusta tanto como éste, las palabras me salen solas. Yo
he disfrutado como una enana leyéndolo y considero que es una novela recomendable para cualquier amante de los thrillers (salvo para los que abominen de teorías conspirativas y demás.)
¿Dónde se puede comprar? Pues, como siempre,
en Amazon, en el enlace que os pongo a continuación:
También se puede comprar pidiéndoselo
directamente al autor en su mail
diosesterrenales@gmail.com Él lo envía a precio de librería, sin gastos de envío, por correo certificado,
firmado y dedicado.