Desde que leí dos de las novelas de Khaled Hosseini, me llaman mucho la atención las novelas situadas en Afganistán. Es por eso que me fijé inmediatamente en esta novela, la primera de una autora muy prometedora.
Éstas son mis impresiones
Laura McVeigh
Laura McVeigh nació en Irlanda del Norte. Licenciada en Lenguas Modernas y Medievales en la Universidad de Cambridge , se trasladó posteriormente a Londres, donde ha trabajado en el mundo editorial y en cooperación internacional. Su puesto más reciente ha sido como directora ejecutiva de PEB International, la asociación global de escritores que lucha por la libertad de expresión
McVeigh también ha completado el Programa para Jóvenes Escritores del Royal Court Theatre, es miembro de la Royal Society of Arts y tiene un máster el política internacional por la Universidad de Londres. Está comprometida activamente con los derechos humanos, con particular interés en la educación de las niñas
La novela La casa del almendro, su debut literario, está siendo traducida a nueve idiomas. En la actualidad trabaja en su segunda novela, The Plantation House
Datos técnicos
Título: “La casa del almendro”
Autora: Laura McVeigh
Editorial: Harper Collins Ibérica
Edición: de gran tamaño, tapa blanda con solapas
Publicado en abril de 2017
Páginas: 320
ISBN: 978-8491390589
PVP: 18.90 €
Argumento
Si pierdes todo lo que amas, ¿cómo sobrevivir y empezar de nuevo? La casa del almendro cuenta la historia de una familia de refugiados que escapa del conflicto y la guerra en Afganistán en la década de 1990, e inicia un largo viaje en busca de libertad y seguridad.
"La emotiva novela de Laura McVeigh nos cuenta la historia de Afganistán después de la invasión soviética a través de las experiencias de una familia y de los ojos de una chica joven. McVeigh hace un tributo a la resiliencia de las mujeres afganas a través de la descripción de los horrores que tienen que sobrellevar y la fuerza que encuentran para sobrevivir". Deeyah Kahn, directora de cine, activista y embajadora de buena voluntad de la ONU para la libertad artística y creativa.
Samar, de quince años, la hija mediana, comparte la historia de su increíble viaje en el Expreso Trans-Siberiano, con la ayuda de Napoleón, el revisor, la Anna Karenina de Tolstoi, y sus padres y hermanos. Obligados a salir de Kabul cuando los rusos, y luego los talibanes, ponen su vida del revés, los niños y sus padres se enfrentan a la pérdida de todo su mundo y de su lugar en él.
A lo largo de toda la historia, nuestra narradora, Samar, se aferra con valentía a su familia y a la esperanza, aunque muchas veces cualquier tipo de supervivencia parezca imposible. Con la verdadera fortaleza que nace del amor, el conocimiento y la imaginación, Samar revela su extraordinaria capacidad de resistencia y el descubrimiento de que todo es posible, siempre que puedas aferrarte a la esperanza y al amor.
Impresiones
“La casa del almendro” cuenta la historia de una familia afgana que ha de huir de su casa en Kabul, una casa amarilla con un almendro en el jardín, en la que vivían felices. Huyen primero a las montañas, a la casa-cueva de los abuelos paternos y luego se trasladan, en un viaje infinito, en el expreso Trans-siberiano
Será Samar, la hija mediana, que en los momentos en los que cuenta la historia tiene quince años, quien nos narrará su historia y la de su familia
Afagnistán ha sufrido –y sufre mucho- en las últimas décadas. Tras la invasión soviética llegaron los talibanes y lo que era un país moderno (el París afgano llamaban a Kabul) se convirtió en un lugar muy peligroso para vivir. Especialmente, si eres mujer. De tener una cierta libertad, poder estudiar, trabajar, etc… pasaron a llevar burka, ser lapidadas si se les ocurría mirar a un hombre que no fuera su marido y depender para todo de sus hombres. La novela nos va a contar la historia de una familia afgana pero también, al mismo tiempo, la historia del país a partir de la década de 1990
"Hay viajes que nos gustaría no tener que emprender jamás. Aun así tenemos que partir. Nos vamos porque no tenemos más remedio. Porque es el único modo de sobrevivir. Este es mi viaje, el que nunca quise hacer. Pero tuve que hacerlo.
Algunas cosas sobrevivieron. Algunas no. Pero nunca podremos olvidarlas.
Viajarán con nosotros hasta el final".
Samar es una chica afgana de quince años que viaja con su familia en el trans-siberiano. Un viaje de ida y de vuelta, porque su familia no tiene lugar fijo de residencia y, mientras deciden en qué lugar establecerse, viajan. Ella lee un ejemplar en ruso de “Anna Karenina” que alguien se dejó olvidado en el tren, juega con sus hermanos y escribe. Habla de ella, de su familia, de su vida en Kabul cuando todos eran unos niños y de su huida a las montañas, de la llegada de los talibanes y de todo lo que les ocurrió.
Como comprenderéis, con este argumento, la novela resulta dura. Samar nos va a hacer partícipes de sus desgracias, nos va a contar cosas que les ocurrieron y os aseguro que no todas van a ser buenas. No obstante, no es una novela dramática, en absoluto. Sí es emotiva, y muy tierna pero la autora no se recrea en el drama y siempre busca lo positivo de las cosas. En general, mantiene un tono relativamente alegre e inocente, al fin y al cabo nos está contando las vivencias de una chica muy joven. Nos habla con cariño de sus padres y hermanos, de los juegos a los que juegan, de la educación que les dan sus padres… Ella se va adaptando a todo. A pesar de que en la casa de Kabul todos eran muy felices, casi todos los miembros de su familia se adaptaron pronto a vivir en las montañas, a correr al aire libre, hicieron nuevos amigos… Como después se tienen que adaptar a la vida en el tren. Por ello no resulta una novela lacrimógena –aunque por lo que cuenta perfectamente podría haberlo sido-, sino que está imbuida de la fortaleza de carácter y la animosidad de su protagonista.
Es Samar quien nos va a contar la historia en primera persona. En este caso, la elección de esta narradora es todo un acierto. Funciona perfectamente y le da ese aire tierno e inocente que sólo una mirada (casi)infantil le puede dar. La autora se adapta a la forma de expresarse de una chica joven y por eso la prosa es sencilla, directa, sin grandes florituras; pero bonita.
La novela se centra en la familia de Samar. Lo que ella pretende contar es su propia historia. Pero, al mismo tiempo, su historia personal está relacionada con la historia del país. Sus padres eran gente liberal y abierta, con estudios universitarios y una educación que transmitieron a sus hijos. Pero algo pasó que hizo que decidieran huir de Kabul en pos de seguridad para ellos y su familia. Sin duda, un acierto porque pocos años después la ciudad sufrió mucho con los talibanes. En las montañas acceden a una vida completamente distinta. Es una comunidad pequeña, con pocos habitantes, muchos de los cuales viven en casas-cuevas excavadas en las montañas. De allí son originarios los abuelos paternos de Samar y con ellos van a vivir. Ésta nos contará cómo consiguieron adaptarse a una vida tan distinta. Y también como las ideas talibanes fueron haciéndose notar también en un lugar tan apartado. Y cómo reaccionarán los demás miembros de su familia, de qué bando se podrá cada uno. Todo este tema es realmente interesante.
Aunque la novela es pura narrativa e historia familiar, no está exenta de sorpresas. Cuando ya está muy avanzada, de repente da un giro que deja con la boca abierta. Sí que es verdad que te planteas que ahí puede haber algo raro pero jamás se me hubiera pasado por la cabeza lo que leí. Y, sin embargo, resulta todo lógico y coherente. Perdonad que no hable más del tema, es algo que tendréis que descubrir por vosotros mismos si decidís leer esta preciosa novela.
Los personajes están bien desarrollados. Tendremos una imagen parcial de ellos, claro está: la que nos da Samar. Es verdad que hay cosas que se nos quedarán en el tintero (por ejemplo, cosas que ocurrieron entre sus padres o entre éstos y otra persona y que, al no haberlos vivido Samar, se quedarán sin concretar del todo) pero es algo que no importa porque la vida es así y no podemos, por ejemplo, saber todo de nuestros padres sino únicamente lo que nosotros vemos o lo que éstos nos quieran contar. Un narrador omnisciente hubiera suplido estas carencias, eso es cierto, pero a cambio se hubiera perdido la espontaneidad de Samar. Si pongo ambas cosas en una balanza, me quedo con la elección que ha hecho la autora: prefiero no conocer algunas cosas a cambio de que sea Samar quien me cuente las demás.
La autora utiliza una prosa sencilla, adaptada a la juventud de su narradora. Una prosa de tono intimista pero con un toque tierno y optimista. Porque si algo se deduce de todo lo que cuenta Samar es que hay que seguir adelante, no importa los obstáculos que la vida nos ponga en el camino.
La novela se estructura en seis grandes partes que a su vez se subdividen en capítulos, con un total de 36. Capítulos más bien cortos, algunos de ellos muy cortos. La narración se estructura en dos líneas temporales. Una de ellas está situada en el presente de la familia, en el momento en el que están viajando en el tren. La otra se sitúa en el pasado, éste ordenado de forma cronológica. Las partes del presente y del pasado se alternan hasta que todo acaba en el presente, en un final bastante sorprendente.
Conclusión final
“La casa del almendro” es una novela muy bonita que, a través de los ojos de una niña, explora la vida de una familia y de todo un país, Afganistán. Una novela dura por lo que cuenta pero tierna, positiva y optimista por cómo lo cuenta. Y, además, una novela que guarda una gran sorpresa en su interior. Muy recomendable.
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