"Una tienda en París" - Maxim Huerta

He de confesar que suelo tener prejuicios contra los famosos que se meten a escritores. Creo que en parte se debe a que hemos visto venderse como churros libros supuestamente escritos por famosillos que no saben hacer la o con un canuto; también porque me da un poquillo de cosa ver novelas estupendísimas que sus autores no tienen más remedio que autopublicar porque ninguna editorial convencional les da una oportunidad (a pesar de que reciban el apoyo unánime de los lectores) mientras que los libros escritos por personas con tirón mediático, son, no sólo inmediatamente publicadas, sino aupadas directamente a los primeros puestos de las listas de venta. Por eso, cuando Maxim Huerta publicó su primera novela, no me planteé leerla. Pero luego publicó “El susurro de las caracolas” y una gran bloguera en cuyo criterio confío ciegamente –Carmina de De tinta en vena- la puso por las nubes. Ahí ya me quedé con la mosca detrás de la oreja aunque en ese momento no surgió la posibilidad de leer el libro y lo dejé pasar. Pero el mes pasado Maxim publicó su tercera novela, con un título, una portada y una sinopsis de lo más sugerentes y me dije que ya era hora de comprobar con mis propios ojos cómo era Maxim como escritor. Dejé a un lado mis prejuicios (que  no venían del hecho de que yo pensase que no sabía escribir, al fin y al cabo es periodista, sino, como digo, del simple hecho de que saliese en televisión en un programa no muy serio –ya sé que antes hizo informativos pero yo le conocí a raíz del programa de Ana Rosa) y decidí darle una oportunidad. Además, Lectora de Tot había convocado una lectura conjunta en su blog Momentos de silencio compartido y aproveché la ocasión para leerla. Aquí tenéis mi reseña; os adelanto desde ya que he tenido que comerme mis prejuicios con patatas.

Maxim Huerta

Màxim Huerta Hernández (Utiel, Valencia, 1971) es periodista. Tras licenciarse en Ciencias de la Información por la Universidad CEU San Pablo de Valencia, inicia su trayectoria profesional en radio y medios escritos de su tierra natal. Su salto a la televisión se produce en 1997, año en el que se incorpora a Canal 9. Comienza a trabajar en Telecinco en 1999, al frente del informativo regional de la cadena para la Comunidad Valenciana. Ese mismo verano pasa a la emisión nacional al convertirse en uno de los rostros de Informativos Telecinco, en los que permanece cinco años presentando distintas ediciones. Durante ese período presenta La noche temática de los juegos de rol y forma parte del equipo informativo de elecciones y grandes acontecimientos, como la guerra de Irak, de Afganistán o la boda real.

En 2005 da un giro a su carrera profesional —hasta ese momento siempre vinculada a los espacios informativos— y se incorpora al equipo de presentadores de El programa de Ana Rosa, un magacín conducido por la popular periodista Ana Rosa Quintana. Formó parte también del equipo de Queremos hablar, en Punto Radio.

Màxim Huerta es miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión y colabora en Vanidad y Divinity.

Una tienda en París es su tercera novela. Anteriormente había publicado Que sea la última vez... y El susurro de la caracola, todo un éxito de ventas y crítica.

           

Datos técnicos

Título: Una tienda en París

Autor: Maxim Huerta

Páginas: 352

Editorial: Martínez Roca

Edición de gran tamaño, tapa blanda

ISBN: 9788427039032

Precio: 18,90 euros /9,90 euros en ebook

Publicado en octubre de 2012, que me conste ya va por la quinta edición, todo un éxito de ventas.

Argumento

Teresa es una mujer que ya ha pasado su primera juventud pero que no ha vivido. Huérfana desde niña, vive con su estricta y autoritaria tía Brígida, hermana gemela de su fallecida madre y pinta en sus ratos de ocio. Conoció el amor en la persona de un pintor parisino, hace años, y vivió con él una historia preciosa pero muy fugaz.

Un día, paseando, un viejo cartel de madera llama su atención en una tienda de anticuario. Sobre fondo azul, se pueden leer unas letras: “Aux tissus des Vosges. Alice Humbert. Nouveautés”. Entra a la tienda, lo compra y este hecho cambia su vida. Algo, no sabe bien qué, le atrae de esa tienda de telas y de esa mujer, Alice Humbert, la propietaria, y decide dejar la asfixiante compañía de su tía en Madrid e irse a París a vivir un sueño. Adquiere la tienda que fue de Alice Humbert y se pone a investigar sobre su vida. Buscando a Alice, se reencontrará a sí misma.

Impresiones

Como os he comentado en la introducción a esta reseña, “Una tienda en París” me ha sorprendido agradablemente, pues me he encontrado con un Escritor con mayúsculas, que tiene un precioso estilo a la hora de narrar una también preciosa historia.

La edición es muy bonita y fue lo que me atrajo en un primer momento de la novela. Sobre un fondo coloreado en grises, vemos una tienda, la del cartel y, en primer plano, mirando hacia el establecimiento, una mujer de espaldas con un llamativo abrigo verde. No falta un detalle típico de París (y de muchas ciudades francesas): las típicas mesitas redondas y sillas con respaldo también redondo, tan habituales en las cafeterías francesas. El título también me atrajo mucho y es que París me parece una ciudad fascinante; siempre está genial volver allí, aunque sea a través de las páginas de un libro.

Y precisamente, eso, la ambientación, es lo que más me ha gustado del libro. Una tienda en París nos traslada al París actual pero, sobre todo, al París de los años 20, aquellos locos, dulces y divertidos años en los que la gente quería disfrutar una vez olvidadas las penurias de la Gran Guerra, desconocedores que una horrible crisis y una más horrible guerra les esperaba a la vuelta de la esquina. El libro nos traslada al París más bohemio, el de los pintores y artistas varios que encontraron en la bella ciudad el lugar donde disfrutar y enseñar su arte. De la mano de Alice, que estuvo muy relacionada con ese mundillo hasta el punto de ser parte importante del mismo, conoceremos cómo se las gastaban en aquellos años en dichos ambientes. Me ha gustado mucho cómo describe el autor el lugar y la época y, especialmente, el hecho de que haya introducido personajes históricos, reales, entre sus páginas, dando a alguno de ellos un papel relativamente importante. Así, Modigliani sale de refilón pero otro pintor, no tan conocido, pero cuyas obras podéis ver (tiene un estilo muy característico) en google si tecleáis su nombre, tiene mucho que ver con cómo fue la vida de Alice: Kisling.

Cuadro de Kisling (¿seria así Alice?)

La novela está teñida de un punto de melancolía, que me ha parecido muy francés.

Teresa, la protagonista, es una mujer que siente que ha desperdiciado su vida. Y, sí, efectivamente, en parte así ha sido pues no ha hecho nada destacable, no ha vivido la vida que ella hubiese querido vivir, sino la que le ha venido impuesta por las circunstancias o por el destino, sin rebelarse a nada de lo que le ocurría hasta el momento en el que descubre ese cartel. Puede resultar extraño que algo aparentemente tan anodino le sirva de acicate para cambiar de vida, abandonar a la única familia que tiene, su ciudad y su trabajo, pero ella siente que ya era hora de hacerlo y, al conocerla, el lector se muestra conforme con ella. Surge en ella una especie de obsesión por Alice; una obsesión que no parece fácilmente comprensible: por ese solo cartel, se va a vivir a Paris y compra, casi sin verlo, un local que lleva muchísimos años abandonado: aquél en el que Alice Humbert regentó su tienda de telas, Aux Tissus des Vosgues. Y de su mano, vamos a conocer a una mujer fascinante: Alice. Es ésta una novela que gira alrededor de dos personajes: Teresa y Alice y, en mi opinión, a pesar de que la primera sea más protagonista que la segunda (al menos, cuantitativamente, ocupa más páginas), al final Alice acaba por comérsela pues su historia resulta más fascinante, diferente y original que la de Teresa que no deja de ser un tanto anodina (y ello, a pesar de la sorpresa final que nos depara). Ambas mujeres están bastante bien caracterizadas aunque he de decir que no he llegado a conectar del todo con ninguna de ellas: ambas tienen rasgos en su personalidad que no me acabaron de convencer e hicieron cosas o tomaron decisiones que no apruebo. Quizás por esa falta de conexión la novela no me ha llegado a parecer redonda; no obstante, no ha sido un impedimento para disfrutarla.

Junto a la ambientación, otra de las cosas de las que más he disfrutado, ha sido de la prosa del autor. Me ha gustado la forma de escribir de Maxim y me ha gustado mucho. Su estilo es sencillo, fluido y elegante, fácil de leer pero no exento de elegancia y cierto tono poético. La historia está narrada en primera persona por las protagonistas, Alice y Teresa Al principio es sólo Teresa la que nos cuenta su historias pero a partir, más o menos, de la página 120, Alice comienza a contarnos su historia y así asistiremos a capítulos que se alternan, entre Alice y Teresa, entre el pasado y el futuro.

El libro está estructurado en 36 capítulos con un total de 346 páginas, lo que nos indica una duración aproximada de 10 páginas cada uno. La lectura es bastante fluida aunque el ritmo es tirando a lento. Al principio no pasan demasiadas cosas y la historia se va desgranando poco a poco, pero sin resultar aburrida en ningún momento. Sí que me hubiera gustado en algunos momentos un ritmo un poquillo más rápido o que pasasen más cosas,  pero la parte final, que nos tiene alguna sorpresa guardada, ha compensado la espera.

Conclusión final

Vuelvo a entonar el “mea culpa” y a reconocer que, algunas veces, mis prejuicios literarios me han hecho perder historias o escritores que tenían algo que decirme. Como en este caso. “Una tienda en París” no ha sido mi lectura del año, no la considero una novela redonda, sin embargo, me ha gustado mucho y me ha dejado con ganas de seguir leyendo a este autor. Un autor que me ha demostrado saber escribir y tener la capacidad de pergeñar historias interesantes, con personajes que tienen muchas cosas que contarnos.

Nota: por cierto, por si no lo sabíais la tienda en cuestión existe en la realidad y en la última página de la novela podemos ver una foto de la misma: un lugar lleno de encanto y chic francés.

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