El autor me ha enviado 4 relatos (no aparecen en el libro), 4 gaznapiradas y los voy a compartir con vosotros en diferentes post, para que os hagáis una idea del estilo del libro y os den ganas de salir corriendo a comprarlo.
La gaznapirada de hoy se titula "Demonizando a Huxley" y dice así:
Ya suelo decírmelo con severidad. Que no Manolo, que no navegues por Internet que un día te va a dar un paro cardíaco. Pero yo, de tenaz desobediencia (hasta cuando la orden la doy yo mismo) continúo con mi terca obstinación de encontrar toda clase de gaznápiros de distintas latitudes y procedencias. Así no es raro que acabe localizando algunas cosas lejanas al objetivo de mi búsqueda, pero que consiguen desatar tormentas eléctricas en mi interior.
Es la literatura un universo de atractivo interés y de sinsabores desde la amargura hasta el más dulce de los manjares y, por ello, cuando alguna noticia (anécdota o curiosidad) me asalta a través de la vía que sea despierta mi interés de inmediato. Para mi desgracia no siempre son alegrías lo que recibo de esa galaxia formada por letras…
Es por eso que me congratulo cuando alguien (en su clarísimo juicio mental) ejerce de verdugo ante alguna obra de dudosa calidad literaria consiguiendo, de paso, eliminar todo rastro de la misma para evitar decepciones innecesarias y quebraderos de cabeza absurdos intentando comprender qué buscaba el autor con su novela, panfletillo o redacción de dudoso valor.
De este modo he de agradecer a la Sra. Sarah Sense-Wilson por su determinación incorruptible para eliminar de la escuela de su hija todo rastro de la denigrante novela de un tal Aldous Huxley llamada “Un mundo feliz”, pues atenta contra la cultura nativa norteamericana (sin lugar a ningún género de dudas), al menos desde la perspectiva de su hija (estudiante, aunque se saltó la clase en la que le explicaban el sarcasmo como recurso literario con toda probabilidad). Gracias al altísimo (o a quién sea) siempre tenemos a nuestras progenitoras (sabias por lo general) para que nos saquen de dudas en cuanto a literalidades y otros conceptos; y eso es precisamente lo que ha hecho Sarah, demostrando, en un alarde de fraternidad sin comparación posible, que apoya a su hija hasta la última de las consecuencias.
Sarah, mujer de impecable dialéctica, calificó la novela como sigue: “Posee un lenguaje ofensivo” lo cual me hace plantearme seriamente la clase de basura que suelo leer entonces y, no quedando complacida con ello argumentó de nuevo en la misma línea: “el libro carece de valor literario que sea relevante a una sociedad contemporánea multicultural”
Más allá de lo anecdótico (recogiendo cierta frase de inteligencia sobresaliente) y, partiendo de lo lícito que es que cualquier padre o madre pueda ejercer su derecho a protestar sobre el contenido de la enseñanza que reciben sus retoños, lo que más hondo me llega en este caso es que la docencia del centro en cuestión admitió que la novela carecía totalmente de sensibilidad cultural y en consecuencia era inapropiada para el centro (hay más de uno, por lo que veo, que se saltó la clase de sátira, sarcasmo e ironía en su formación)
Como cuando el ego se hincha solemos pecar de bárbaros, en el caso de la Sra. Sense (curioso que hasta el apellido tenga cierta dosis de acidez…) no dudó un instante en proclamar a los cuatro vientos que haría lo indecible por retirar tal conjunto de impropio material literario de todas las escuelas del estado de Seattle (Dios mediante) asegurando con toda la razón posible que además (si es que cabía más argumento) a los chicos con los que habló no les gustó el libro en su mayoría (y es que cuando una persona tiene un cociente intelectual por encima de la media puede ejercer de periodista sin haber estudiado siquiera, total lo que enseñan en las universidades es patraña igualmente.
Yo, que soy un ser con reducido intelecto, decidí, al conocer la noticia, viajar al encuentro de la que notaba se estaba convirtiendo en mi ídolo para verificar hasta donde llegaba su locuacidad y verborrea con respecto a otras novelas que, sin duda, no merecen más que la hoguera, como todo lo que creó el tal “Huxley” éste al que no nadie conoce.
Tuve suerte, pues desde una de las ventanas de su domicilio pude ver prácticamente toda la biblioteca, y quedé gratamente sorprendido ante la actividad constante a la que debía estar sometida Sarah. Desde mi posición de privilegio pude ver lo siguiente:
“20.000 leguas de viaje submarino” de otro desconocido llamado Jules Verne estaba destrozado y parte de sus páginas hacían de leña para la chimenea del habitáculo. Entre las hojas que volaban irónicamente felices hacia su fin pude leer en letras mayúsculas las siguiente frase: “se trata de un panfleto de reclutamiento de la marina para seducir a nuestros jóvenes”.
De un tal H.G. Wells tenía tres ejemplares; “El hombre invisible”, “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”, desmembrados y llenos de tachaduras e interrogantes bermellón. En uno de ellos pude leer: “mentiras e imposibilidades que alimentan las imaginaciones enfermas”
“Rebelión en la granja” de un tal Orwell rezaba en letras fosforescentes lo siguiente: “insta a los niños a enfrentarse a los adultos”
“Veinte poemas de amor y una canción desesperada” de un autor llamado Pablo Neruda tenía correcciones por doquier y, en el lomo, grabado con alguna suerte de cuchillo bien afilado apuntaba esto: “el amor apesta”
En montañas de escombros textuales apilados para un futuro seguramente devastador pude distinguir otros muchos nombres como “Gabriel García Márquez”, un tal “Kafka”, “Ernest Hemingway”, “Tolkien”, “Jane Austen”, “Bram Stoker”, “Pérez Galdós”, “Tolstoi”, “Twain”, “Carroll” o “Baudelaire” entre otros muchos. Con cicatrices visibles del acertado bisturí de la Sra. Sense la cual debía tener algún tipo de interés oculto en la cirugía pues cada ejemplar parecía recién salido de algún quirófano horas antes…
Antes de marchar visiblemente alegre al ver que alguien nos libraba, al fin, de tanta literatura barata sin ningún destino culturalmente elogiable decidí acercarme a otra ventana, para observar si la escena se repetía como en aquel cementerio de los libros cercenados y cual fue mi sorpresa cuando descubrí que un libro totalmente impoluto, cuidado con mimo hasta el extremo descansaba sobre un cojín encima de la mesilla de noche.
“Decision points” se llamaba, firmado por un tal George. W. Bush…
En principio no tiene mala pinta. Esperaré a los otros tres, a ver en conjunto qué me parecen.
ResponderEliminarPues a mí este me ha encantado, estoy deseando leer los otros tres
ResponderEliminarun beso
Muchísimas gracias por esa gaznapirada. pendiente quedo de las otras. Un relato desgraciadamente demasiado real.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este relato. Por lo que veo, el autor no se "saltó la clase de sátira, sarcasmo e ironía en su formación". Así que ya estoy deseando leer los siguientes relatos.
ResponderEliminarBesotes!!!
Genial! Espero con ganas los siguientes 3 relatos, pero seguramente seguire con ganas de leer el libro. Besos!
ResponderEliminarPues esta primera me ha gustado mucho así que estaré atenta al resto de gaznapiradas :)
ResponderEliminarun beso!
El primero de los relatos me ha gustado, espero que los restantes también.
ResponderEliminarMusus.
Gracias por compartirlo. A mi me ha gustado, espero que el resto también =)
ResponderEliminarYa sé de que me sonaba el libro...yo recibí un mail con cuatro gaznapiradas! ;S pero con el lío que tuve de poco tiempo y tal ...los he perdido entre mis mails!! que pecado!! lo buscaré y si no lo encuentro se que puedo venir aqui y leerlos! ;D
ResponderEliminarGracias por compartirlo! =)
ResponderEliminarMe ha gustado. Estaré atenta a los otros 3 relatos.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho :) Gracias por compartirlos con todos nosotros. Estaré atenta a los otros tres. Besos!
ResponderEliminarGracias Laky y gracias a todos/as por vuestras apreciaciones. El/la que quiera puede publicar esta gaznapirada o la que quiera de las siguientes (o todas) en su blog... Considerarlas de libre circulación jeje.
ResponderEliminarRafael Nebrera
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