"La vida cuando era nuestra" - Marian Izaguirre

Éste es el típico libro que me atrae por la portada. Es una portada bastante sencilla en la que se puede ver unos niños mirando atentamente los libros expuestos en el escaparate de una librería. Niños vestidos a la manera de los años cincuenta o sesenta. Lo que me atrajo, obviamente, no es la ropa sino los libros. ¡Cuántas veces no me habré visto yo en la misma situación, observando los libros en una librería, tanto de niña como de mayor!

Así que leí la sinopsis y me atrajo aún más.

Estas pasadas vacaciones y aprovechando que septiembre va a ser en la blogosfera el mes de los libros sobre libros (o metaliteratura, técnicamente hablando), lo leí.

Éstas son mis impresiones

Marian Izaguirre

Marian Izaguirre nació en Bilbao y ahora reside en Madrid, en una casa donde se van acumulando amigos, libros y buena música. Licenciada en ciencias de la información, ha desarrollado tareas en el campo del periodismo y la publicidad, mientras se dedicaba a la escritura. 

Hace veinte años vio la luz su primera novela La vida elíptica, que obtuvo el Premio Sésamo. Desde entonces ha publicado cinco novelas más y una colección de cuentos. Sus obras han sido galardonadas con distintos premios, entre los que se cuentan el premio Andalucía y el Ateneo-ciudad de Valladolid.

La vida cuando era nuestra es su novela más reciente.

Datos técnicos

Título: “La vida cuando era nuestra”
Autora: Marian Izaguirre
Editorial: Lumen
Edición: tapa dura con sobrecubierta
Páginas: 416
Precio: 19,90 euros
Publicación: mayo de 2013
ISBN 9788426421807

Argumento

Nos encontramos en Madrid en el año 1951. Hace ya tiempo que ha terminado la guerra civil pero sus secuelas aún se hacen sentir, especialmente entre quienes la perdieron. El régimen franquista está en pleno apogeo y la vida no resulta fácil para los no afectos a él. Como Matías y Lola.

Matías y Lola llevan juntos quince años, casados pero no casados. Se enamoraron antes de la guerra, cuando Matías estaba casado y tenía una imprenta. Fue un amor fulminante que le llevó a divorciarse de su primera mujer y a casarse con Lola. Pero el franquismo no reconoce el divorcio ni, por lo tanto, su segundo matrimonio.

Matías estuvo preso por sus ideas políticas y, aunque consiguió salir libre y en buen estado de salud, la vida de ambos nunca volvió a ser la misma. Ahora sobreviven como pueden con una pequeña librería que ambos regentan en una calle sin salida de la ciudad.

Alice es una inglesa que reside en Madrid desde hace años. Un día ve por la calle a Matías, le llama la atención y le sigue hasta la librería. Entra tras él y le compra un libro mientras aprovecha para –a escondidas- para dejar otro que llevaba consigo. Lo hace al mismo tiempo que Garrido –un hombre que, cada poco tiempo, provee de novelas a Matías, deja una caja con libros de segunda mano y el libro de Alice pasa desapercibido entre ellos.

Precisamente ese libro es el que va a escoger Matías para dejarlo expuesto, abierto por la primera página, en el escaparate. Su intención es pasar cada día la página para que el potencial público pueda ir leyéndolo.

Al día siguiente Alice vuelve a la librería. Matías no está pero sí su mujer Lola. Alice le pide que le lea el libro que se encuentra en el escaparate y Lola lo hace. Algo tan inocente va a convertirse en una costumbre: Alice se dejará caer por la librería siempre que está Lola sola y ambas van a leer, poco a poco, una novela que les resultará apasionante. Una novela que habla de “la chica de los cabellos de lino”, una joven que desconoce quiénes son sus padres y que vive en casa de unos campesinos normandos hasta que una mujer inglesa va a buscarla para llevarla a Deauville y darle una educación…

Impresiones

“La vida cuando era nuestra” ha resultado ser una lectura buenísima. Partiendo de una historia relativamente sencilla, narrada en dos tiempos y con tres personajes principales, Marian Izaguirre ha sabido dibujar una historia muy especial, que me ha cautivado.

“La vida cuando era nuestra” es un libro dentro de un libro, ya que buena parte de ella viene ocupada por la lectura de un libro: el de la chica de los caminos de lino.

Así, por un lado, conoceremos la historia de Alice, Lola y Matías y, por otro, la de Rose, la chica de los cabellos de oro, que nació con el siglo XX. Metaliteratura en estado puro pues, además de hablar sobre libros, habla sobre lectores, sobre una librería y, de refilón y con pseudónimos, de algunos escritores conocidos.

La novela se compone de dos historias y difícil es decir cuál de ellas me ha gustado más. La de Rose me ha cautivado de la misma forma en que lo hizo con Lola y Alice.

A Rose le conocemos desde niña, cuando vivía en una granja normanda en casa de unos granjeros y sus hijos. No sabe quiénes son sus padres, sólo recuerda que una mujer la trajo en un barco y la dejó allí, donde lleva una vida relativamente feliz aunque es consciente de que ella no es amada por una familia que se ama muchísimo y eso la entristece. Un día la mujer del barco vuelve a buscarla. La lleva a Deauville, donde pasará las vacaciones con la familia Ferguson, con la que hará amistad. Allí conocerá a la cautivadora Frances. Esta gente tendrá mucha influencia en su vida: la hija de la familia será su mejor amiga, uno de los hijos su primer amor… Y Frances resulta ser de su familia. Poco a poco, iremos desvelando los secretos de su vida y descubriremos quiénes fueron sus padres (si queréis que os diga la verdad, poca sorpresa me lleva respecto a este tema, que prácticamente adiviné desde el principio). La parte de Rose está situada en el pasado y ocupa, más o menos, la primera mitad del siglo XX.

Por otro lado, la parte situada en el presente (en los años 50 en realidad), nos permite conocer a Lola, Matías y Alice y la íntima amistad que, mediante la lectura, se forja entre ambas mujeres.

Ésta es una novela de personajes. Los cuatro personajes principales –Lola, Matías, Alice y Rose- están caracterizados con mucho mimo. Dotados de entidad casi real, llegamos a conocerles bastante bien e, incluso, a quererlas. Las que más me han gustado han sido Lola y Alice. Lola es una mujer encantadora, con mucha fuerza y mucho corazón. Alice, por el contrario, es tremenda. Una mujer que, amparada en que ya es mayor, hace lo que le da la gana en todo momento y se pone el mundo por montera. Si bien no estoy conforme con todas las cosas que ha hecho en la vida, me gusta mucho su filosofía de vida y su forma de actuar; me ha caído bien. La amistad entre Lola y Alice, dos mujeres tan diferentes y que apenas se conocen, resulta preciosa; me ha encantado ver cómo se iba forjando poco a poco, mediante la lectura. Y me ha gustado mucho cómo Alice ayuda a Lola, con consejos y algo más; cómo, desinteresadamente, sin ningún motivo más que el que le cae bien, le va a ayudar de esa forma…

Además de estos personajes principales, por la novela se pasean una multitud de personajes que los acompañan. Sobre todo, que acompañan a Rose porque, una vez introducida en sociedad, entre Inglaterra y Londres, Rose va a vivir los felices años 20. Conocerá a la alta sociedad, a muchos artistas y, sobre todo –y dado que su vicio, confesable, es la lectura- a muchos escritores.

Mientras que con la historia de Rose viajamos a la campiña normanda, a Deavuille, París y Londres, la historia del presente transcurre casi íntegra en la librería de Lola y Matías, un local mal situado en un callejón sin salida, del que apenas pueden malvivir vendiendo artículos de papelería:

“¿Cómo sabemos que una cosa es importante o no? Una nimiedad, pongamos por caso, como seguir a un hombre de unos cuarenta años por las calles de Madrid, en principio para matar el tiempo en una soleada tarde de junio en la que no te apetece nada encerrarte en casa. Cuando le perdí podía haberme dado la vuelta, pero no lo hice; entré en la calle —un lugar absurdo para tener un comercio, porque digo yo ¿quién demonios va a pasar por un lugar que no lleva a ninguna parte?— y en el mismo instante en que vi la tienda, una librería de viejo con el escaparate lleno de lápices de colores, pinturas al pastel y libros de Julio Verne, en ese mismo instante, supe que estaba ocurriendo algo extravagante, y que dependía de mí la importancia que este hecho tuviera en el futuro. Podía darme media vuelta y olvidarlo todo. O podía entrar en aquel portal y hablar con él”

La historia de Rose se cuenta en primera persona, por ella misma. La forma de narrarla, el estilo narrativo, me ha recordado a las novelas decimonónicas. Tiene un cierto regusto a antiguo, a épocas pasadas, que me ha encantado.

La historia del presente es relatada por dos narradores: un narrador omnisciente cuando sólo están presentes Lola y Matías y la primera persona cuando está presente Alice, ya que es ésta quien nos contará sus cosas. El uso de dos narradores y dos tiempos verbales sirve para delimitar hechos, situaciones y momentos. La autora utiliza un lenguaje más florido cuando es Rose la protagonista y un lenguaje propio de los años 50 cuando los protagonistas son Matías, Lola y Alice, adaptándose a cada uno.

“La vida cuando era nuestra” es una novela de amor y de amistad, una novela de descubrimientos y de vida, en la que hay también cabida a un cierto toque histórico que nos sitúa en la Primera Guerra Mundial, los felices años 20 y la época franquista para contarnos como vivieron sus personajes las distintas épocas.

La historia es bastante sencilla, tanto la que transcurre en el presente como la que transcurre en el pasado. Si bien hay algunos secretos ocultos, lo cierto es que no es difícil imaginarse en qué consisten (al menos, no lo ha sido para mí, ninguno de ellos). Pero no es algo negativo ya que no se trata de una novela de misterio; lo importante es, más que lo que pasa, cómo lo narra la autora. Y, en cuanto a esto, nada que objetar: con''' un estilo relativamente sencillo pero muy cuidado y elegante, la prosa de Marian Izaguirre me ha encantado'''. Mantiene un ritmo constante –no vertiginoso pero tampoco lento- y leerla es un placer. La alternancia de historias y de escenarios, en mi opinión, ayuda a mantener el interés. Únicamente señalar que, para mi gusto, hacia la mitad de la novela hay un poco de bajón: cuando nos habla de los muchos amigos de Rose, las fiestas a la que va, etc… yo perdí un poco de interés: estaba deseando que dejase de hablar de ellos y se centrase en su familia y en sus amores o bien en Matías y Lola.

Conclusión final

“La vida cuando era nuestra” es un pequeño homenaje a la literatura y a los libros que, muy probablemente, disfrutarán todos los que adoren esos pequeños objetos que tanto nos hacen soñar. También es un canto al amor y a la amistad, una novela de encuentros y pérdidas. Os la recomiendo.

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