"Dies irae" - César Pérez Gellida

Tras lo muchísimo que me gustó “Memento mori”, estaba deseando ponerme con su continuación, “Diesi rae”. Se daba la circunstancia de que, gracias al autor, al terminar el primero ya tenía el segundo en casa –además, firmado y dedicado por él-, así que, tras esperar tres o cuatro días (el tiempo suficiente para redactar la reseña de “Memento mori”) me puse con él. Y en cinco días –y eso a pesar de que entre medias me pilló el fin de semana-, lo terminé. Y es que, como el anterior, es un libro que engancha mucho.

A continuación os contaré mis impresiones pero os advierto de una cosa: es imposible hablar de este libro sin desvelar algún aspecto del anterior (imposible del todo, de verdad). Así que, si aún no habéis leído “Memento mori”, os aconsejo ir directamente a la conclusión final y valoración y prescindir tanto del argumento como del apartado “Mis impresiones” porque es muy probable que os encontréis con algún spoiler.


César Pérez Gellida

Él mismo nos cuenta en su página web: http://perezgellida.es/memento-mori lo siguiente:

Nací en Valladolid en 1974.

Soy Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y Master en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid.

He desarrollado mi carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las Telecomunicaciones (Retecal), outsourcing (Grupo Norte) y la Industria Audiovisual (Canal Ocio Europa), hasta que en 2011, mi mujer y yo decidimos trasladarnos a Madrid con nuestro hijo para poder dedicarme en exclusiva a mi carrera de escritor.
En mayo de 2013 me otorgaron el Premio Racimo de oro de Literatura.

Ha escrito:

.- “Memento mori”

.- “Dies irae”


Datos técnicos

Título: “Dies irae”
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de letras. Colección Conspicua
Edición: tapa blanda con solapas
Publicado el 9 de octubre de 2013
Páginas: 564
ISBN 9788483655375
Precio: 19 euros la edición en papel / 8,99 el ebook


Argumento

¡Atención! No lo leáis si no habéis leído “Memento mori”

Augusto Ledesma, el peculiar asesino en serie de “Memento mori” tuvo que huir de España tras ser descubierto por el inspector de homicidios de Valladolid Ramiro Sancho. El lugar elegido es Trieste, una tranquila y pequeña ciudad del norte de Italia, donde residió su admirado James Joyce y donde pretende continuar con su obra.

Carapocha y su hija Erika no se encuentran demasiado lejos de allí. Están en Belgrado y ellos también tienen una misión: vengarse de un criminal de guerra, responsable de muchas de las muertes que ocurrieron durante la guerra en la antigua Yugoslavia y, más en concreto, de la mujer del psicólogo y madre de Erika

Por su parte, Ramiro Sancho sigue en Valladolid, obsesionado con Augusto.
Cuando Carapocha, a través de un contacto, descubre que Augusto se encuentra en Trieste, cree que se lo debe a Ramiro y le comunica su localización. Éste no tarda en pedir una excedencia en su trabajo y trasladarse a la localidad italiana para tratar de rematar el trabajo que dejó a medias.

Entre Trieste y Belgrado, Sancho, Carapocha, Erika, Augusto y Orestes se volverán a ver las caras.


Impresiones

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas pero, afortunadamente, la experiencia nos demuestras que no siempre es así. No lo es, sin duda, en este caso pues “Dies irae” es, como mínimo, tan buena como lo era “Memento mori” por lo que no creo que defraude a ninguno de los que tan satisfechos quedamos con la lectura de la primera entrega de esta serie de novela negra.

Y es tan buena porquemantiene los elementos que hacían buena a la anterior pero, al mismo tiempo, introduce algunas diferencias que hacen que la serie siga manteniendo la originalidad de la que ya hacía gala la primera novela.

Como sabéis –y si no lo sabéis os lo digo yo- “Memento mori” y “Dies irae” son la primera y segunda entrega de una trilogía llamada “Versos, canciones y trocitos de carne” (título que resume a la perfección el contenido de la misma). La tercera entrega se titula “Consumatum est” y se publicará durante el primer trimestre del año 2014, así que la espera no será excesivamente larga (aunque a mí se me va a hacer eterna porque, de haber sido posible, ya estaría leyéndola ya que necesito saber cómo continúa).

Triestre

Como digo, “Dies irae” tiene algunos elementos en común con su predecesora. El título en latín por ejemplo, y algún otro “latinejo” que aparece por el texto, así como refranes que nos vienen de la mano de Ramiro Sancho. También tiene en común algunos de los personajes; de hecho, todos los personajes principales aparecen de nuevo en la segunda entrega. Tienen igualmente en común la banda sonora propia; si bien cambian las canciones, son del mismo estilo y se sigue haciendo un homenaje a Bumbury, el “maestro”. El estilo literario sigue siendo el mismo, así como el ritmo y el tenor general de la novela. Igualmente, sabemos desde el principio quién es el malo de la película.

Otro de los puntos en común con la anterior entrega es el tema de los personajes. Si ya en la primera me parecieron geniales, con sus personalidades muy bien establecidas, en esta segunda entrega, en la que se hace hincapié en su pasado y en sus relaciones, no puedo sino quitarme el sombrero. Me encantan todos ellos, cada uno en su papel; son personajes con mucha fuerza, muy bien definidos y gran apariencia de realidad. No suelen las novelas negras diseccionar tan bien sus personajes así que no puedo sino recalcar la labor que hace el autor a este respecto.

No obstante, “Dies irae” aporta elementos originales que la hacen diferenciarse de la anterior entrega. Los escenarios, por ejemplo, cambian totalmente. Si en la primera entrega el autor eligió su propia ciudad, la tranquila Valladolid, y nos dio un paseo por sus calles y sus barrios, en esta segunda nos vamos a encontrar con dos escenarios mucho más “exóticos”: Trieste en Italia y Belgrado. Desconozco si el autor los conoce o no pero, tal y como los describe, da la impresión de conocerlos al dedillo; al menos, a mí me ha trasladado perfectamente con la imaginación a ambos lugares y me ha permitido conocerlos bastante bien.

Aprovecha el autor para hablarnos –para darnos una auténtica lección- del conflicto de los Balcanes. Reconozco que para mí es un conflicto bastante desconocido, en el que jamás había profundizado y César me lo ha dejado bastante claro, explicando de forma amena y entretenida, las causas del conflicto y su desarrollo y dando una llamada de atención sobre los crímenes que se cometieron (que parece mentira que hace nada hayamos asistido a algo así, la verdad).

Esta segunda entrega me parece, si cabe, aún más salvaje que la primera. No es que Memento mori fuese light ni mucho menos pero ésta es aún más fuerte que la anterior. Los crímenes son igualmente horrendos pero todo el tema de los crímenes de guerra, que está muy presente en la novela, para mí que acrecienta el horror. Al fin y al cabo, Augusto Ledesma es un personaje de ficción (aunque, ya sabemos y César nos da unos cuantos ejemplos, que asesinos en serie como él y mucho peores, desgraciadamente, se conocen unos cuantos), pero la novela se refiere a otros crímenes –los de guerra- que, desgraciadamente, sí son tristemente reales y, encima, muy cercanos en el tiempo. Ratko Mldic, por ejemplo, es un personaje real y el directo responsable del genocidio cometido en Srebenica en 1995 (las tropas a su mando asesinaron a sangre fría a unos 8.000 musulmanes en una localidad protegida por los cascos azules holandeses). Por otro lado, los personajes “buenos” (Carapocha, Erika, Ramiro Sancho) radicalizan sus posturas y dejan vernos que, en determinadas circunstancias, ellos también podrían atravesar la fina línea de la legalidad…

La novela tiene saltos temporales. Aunque el grueso de la acción transcurre en la actualidad, poco tiempo después de los sucesos acaecidos en “Memento mori”, hay saltos hacia el pasado: hacia el año 1995, durante los años de la guerra de Yugoslavia, y hacia 1999 y 2000, momento en que se conocieron Carapocha y Augusto Ledesma. Estos saltos temporales nos permiten profundizar en la psique de estos dos importantes protagonistas de la historia, desarrollando algunos aspectos que ya se apuntaron en la primera entrega pero no quedaron del todo claro. En esta ocasión, el autor nos explicará cómo se conocieron el psicólogo especialista en asesinos en serie y nuestro particular asesino, qué relación les unió y les une y en qué consistía el experimento que Carapocha estaba realizando con Augusto. Los saltos hacia 1995 nos permiten, además de conocer el horror de la guerra, entender mejor a Carapocha y ver su motivación a la hora de actuar.

Belgrado

Como en la anterior ocasión, la historia aparece narrada en tercera persona, por un narrador omnisciente, salvo cuando es Augusto quien la protagoniza, en cuyo caso nos la relata en primera persona por lo que no podemos evitar adentrarnos en la complejidad de su inteligentísima pero enferma mente.

La novela está dividida en un prólogo de Jon Sistiaga, dos hojas en las que se nos relacionan los personajes de la novela, 32 capítulos y un último capítulo (el 33) que en realidad es un artículo de El país de 26 de mayo de 2011 (en el que se hace referencia al genocidia serbobosnio Ratko Mladic), que hace las veces de epílogo de la novela al rematar uno de las tramas colaterales de la misma. Finalmente, tenemos la banda sonora, con 19 canciones, un poemario en el que se recogen todos los poemas escritos por Augusto en ésta y en la anterior novela y una nota final del autor

En una novela negra es importante el principio; tiene que enganchar. Pues bien, “Dies irae” tiene un buen comienzo, de ésos que enganchan de tal manera que quieres seguir leyendo para ver qué es lo que pasa. El primer capítulo ya nos deja ver que este libro no es como el anterior; en él asistimos a una reunión entre un tal Karremans, de los cascos azules, y Ratko Mladic, que posteriormente sería considerado un genocida. Es increíble la tensión que el autor consigue crear. Por si fuera poco, el siguiente capítulo ya vuelve por sus fueros y veremos a nuestro viejo amigo, haciendo una vez más de las suyas. Un capítulo que engancha sin remedio; si lo leéis, ya estaréis perdidos y no querréis parar de leer.

Posteriormente, más o menos todo el libro mantiene el mismo ritmo. Es cierto que las partes que se refieren al conflicto serbio-bosnio son más pausadas; para tratar de explicar lo que pasó, el autor da bastantes datos, nombres, cifras…, y eso hace que en esos momentos la narración pierda un poco de ritmo. No de interés, porque la verdad es que son partes muy interesantes, pero reconozco que a mí me ha gustado más la parte en la que salen Sancho, Carapocha y Augusto Ledesma. En todo caso, la narración es muy fluida y el libro se lee muy rápido, ya que no pierde interés en ningún momento.

Aunque sea entretenido y fácil de leer, se nota que tiene mucho trabajo detrás y me parece un libro más difícil de escribir que su antecesor. Tiene más trabajo de documentación, más información y también se requiere una gran maestría para llevar hasta el final las diversas tramas que han ido surgiendo, rematando todos los interrogantes abiertos y dando todo tipo de explicaciones.

Y si importante es el inicio de un libro, no menos importante es el final. Y el final de “Dies irae” es tremendo; sólo por leer este final, ya merece la pena leer el libro. Es buenísimo, inesperado pero completamente lógico y, cuando lo leas, se te queda un poco cara de idiota (os aviso)


Conclusión final

Creo que ha quedado claro que me ha gustado mucho esta segunda parte de la trilogía. Mantiene el nivel de “Memento mori” , quizás hasta lo supere. A mí me ha dejado deseando saber cómo termina la trilogía y no dudéis que lo haré en cuanto se publique, dentro de unos meses, la tercera entrega. Contando los días estoy.

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