El Sant Jordi bloguero: la espera mereció la pena

Como ya media blogosfera sabe, nuestra amiga Kayena ha organizado un amigo invisible para celebrar el día de San Jordi (o día del libro). Algo similar hizo en Navidad y salió todo a la perfección por lo que, cuando se le ocurrió la fantástica idea de repetir la experiencia de regalar un libro a alguien desconocido, acompañado en esta ocasión de una rosa, me apunté sin pensármelo (de hecho, creo recordar que fui la primera...).

Una vez apuntada, tocaba pensar qué libro y qué rosa regalar. Lo del libro fue relativamente sencillo: elegí un libro que, por lo que yo sabía, no había leído nadie más que yo en la blogosfera (al menos, no he podido leer más reseñas que la mía): "Barcelona, zona cero" de Luis Campo. Se trata de una novela semi -negra (porque tiene también mucho de crítica político-social) que yo leí hace más o menos un año. La vi apta para más o menos todos los gustos y me gustó que el título hiciese referencia a la ciudad en la que se celebra San Jordi por excelencia: Barcelona.

Una vez elegido el libro, faltaba lo más difícil: qué rosa enviar. Una natural estaba totalmente descartada porque iba a llegar muy perjudicada la pobre. ¿Una artificial de los chinos? No me convencía... ¿Qué hacer? Cotilleando por los blogs, mails, facebook... vi que mucha gente se había animado a fabricar su propia rosa de forma artesanal. Una buenísima idea si no fuese porque yo soy nula para esas cosas: ni coso, ni tejo, ni pinto, ni hago manualidades..., y no era el momento más adecuado para empezar, no creéis? Así que estuve un montón de tiempo comiéndome la cabeza, visitando tiendas mirando si había bolígrafos con rosas, libretitas con rosas... No había nada! Cuando ya estaba desesperada pensando que tendría que comprar una postal con una rosa que había descubierto en un hipermercado, un día de casualidad encontré un artilugio que me pareció de lo más original: era un sujetabolsos, de ésos que sirven para colocar en las mesas y luego colgar el bolso del gancho que tiene. Lo mejor es que, en la parte superior, venía dibujado un ramo de rosas! Ni me lo pensé: fué derecho a la saca!

Esto fue allá por febrero. Ya sólo faltaba esperar a ver a quién tenía que enviar mis regalitos ( y rezar porque no fuera un chico porque, en ese caso, poca gracia le hubiera hecho el sujetabolsos...).

El lunes por la tarde de la semana pasada, me llegó el mail de Kayena: tenía que enviar el libro a Icíar de Los mil y un libros. Lo metí todo en el paquete, escribí una notita y la dirección y a la mañana siguiente lo llevé a Correos. El paquete llegó bien y ayer Iciar publicó un post enseñándonos sus regalos: aquí. El sujetalibros le ha gustado y el libro también aunque no sea muy de novela negra (aunque ya os he comentado que el libro no es demasiado negro así que creo que le gustará...)

Vale, os he contado lo que yo envié, pero, ¿y lo que me enviaron a mí? Pues ha sido toda una odisea, ya veréis.

Soy muy impaciente y lo que peor he llevado de esta experiencia es tener que esperar unos dos meses desde que se organizó todo hasta que ocurrió. Dos meses!!! Una vez que estaba todo encarrillado yo quería enviar mis regalos ya y, por supuesto, recibir inmediatamente los míos! Pero, como castigo, a esa impaciencia, el destino -incardinado en don Correos- me ha hecho sufrir..., y mucho. Aunque el sufrimiento ha merecido la pena.

Como ya el miércoles supe que a algún bloguero le había llegado su paquete, desde entonces que ando vigilando los pasos de mi cartera (que, por cierto, hoy me he enterado de que es tocaya mía). De pequeña me encantaba escribir y recibir cartas y siempre era yo la que bajaba al portal a ver si había alguna para mí. Qué ilusión cuando la había! Esa ilusión se ha transformado en estos tiempos en los que nadie -salvo los bancos, Iberdrola, etc... - me escribe por la ilusión en ver si el cartero me trae un paquete. Es lo que tiene las colaboraciones con editoriales que, de vez en cuando, llega algún paquetito con libros a casa. Pero nada comparable con esperar un paquete que sabes que va a llegar pero no de dónde, ni con qué contenido... El miércoles no llegó nada pero no me preocupó, era muy pronto. El jueves saqué el perro y anduve mirando a ver si veía el carrito de la cartera; lo ví, así que hice todo lo posible por salir un poco más tarde de casa para ver si llamaba a mi timbre. Al final me tuve que ir sin que hubiese llegado a mi cartera, qué nervios! Cuando volví, la cartera había pasado pero no había nada. Así que a esperar al viernes. El viernes lo mismo, intentar salir lo más tarde posible, cuando ya no había más remedio salir y mirar a todos los lados para ver si la veía... Y vuelta con la pequeñaja, abrir el buzón para ver si estaba el papelito amarilllo y, nada!, no había llegado... Como aquí no reparten el sábado, me imaginé que llegaría ayer, el mismo día del Libro. Ya puestos , me parecía perfecto que llegase el mismo día.

Pues no veáis ayer qué angustia! Estirando otra vez el tiempo para intentar estar en casa cuando pasase la cartera... No pudo ser y tuve sin salir de casa sin que hubiera llegado. Paseé un poco calle arriba, calle abajo, a ver si la veía (las vecinas deben pensar que me falta un tornillo...) y nada, ni un carrito amarillo en veinte leguas a la redonda! Me planteé seriamente dejar a la pitufina en el colegio, sin recogerla y arriesgarme a que me retiraran la custodia los servicios sociales, pero me dio pena y fui a buscarla. La cogí, volví con el turbo puesto y, mientras me acercaba a casa, iba mirando por todos los portales a ver si la veía. Pero no, ni rastro de ella. Cuando llegué a casa vi que aún no había pasado. Bien!!! A eso de las 13:15 (más tarde que nunca) llama a mi timbre. Le pregunto a ver si bajo y me dice que no, que sólo abra la puerta. Cómo? Igual es que es tan finito el libro que cabe el paquete en el buzón? Por supuesto, una vez que calculo que se ha ido, bajo... y no hay nada, ni un sólo paquete. Por el amor de Dios!!!

A todo ésto, la pobre Kayena estaba tanto o más nerviosa que yo, ya os podéis imaginar. La pobre escribió a mi amiga invisible para ver cuándo había enviado el libro y ésta me mandó un mensaje a través de facebook. Estaba muy preocupada porque lo había envíado el jueves. Ciertamente, tenía que haber llegado ayer de sobra, pero no llegó. Kayena y mi amiga invisible, que resultó ser Shaka lectora, estaban más histéricas que yo: ellas pensaban que el paquete se había perdido. Yo no, yo como nuestra común amiga Carmina confío en Correos (je, je,) y pensaba que tan sólo llegaba con retraso.

Afortunadamente, hoy ha venido pronto la cartera, ha llamado a mi timbre y me ha pedido que bajase y, cuando lo he hecho, me ha entregado un paquete con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Por qué? Porque, según me ha dicho, le he alegrado el día. Y es que el paquete olía genial. ¿Qué sería? Como la he visto también curiosa, lo he abierto allí mismito, en el portal, y hemos podido comprobar la causa de tan buen olor: mi rosa no es una rosa al uso sino una preciosa cajita redonda, con fondo blanco y rosas rojas dibujadas, llena de pétalos azul lavanda. Una preciosidad y, como os digo, desprenden un olor maravilloso. Aún lo tengo todo colocadito para que lo vea mi marido a la noche, pero luego pienso desperdigar los pétalos por todos los cajones y armarios. Creo que me voy a acordar de Shaka por mucho mucho tiempo....

Además de tan particular rosa, en el paquete venían dos preciosos marcapáginas de su preciosa ciudad, Salamanca, una cariñosa nota y un libro, claro: "La catedral de la Calavera" de Margarita Torres. Un libro que no conocía pero que me da que me va a gustar mucho y es que parece que es mezcla de dos de los géneros que más me gustan: novela histórica y novela negra. Está situado en el año 1509, en Salamanca, habla de la más famosa Universidad de nuestro país y en ella se entremezcla la muerte de un catedrático. Por si fuera poco, mi amiga invisible -ya visible-me ha dicho que es uno de los libros que más le gustaron de los que leyó el año pasado. Así que estoy deseando leerlo.

Visto ahora con perspectiva, entiendo por qué ha tardado tanto en llegar mi regalo: todo lo bueno se hace de desear y ésto no es bueno, no, es buenísimo. Creedme: no podía estar más contenta con mis regalos.

Muchas gracias a mi amiga invisible, shaka lectora (aquí podéis ver su post con sus regalos de San Jordi) y a Kayena por haber organizado todo este tinglado (no me puedo ni imaginar el trabajo que le habrá llevado hacerlo todo tan bien). Su buen hacer no para porque ayer a la noche publicó un post con las impresiones de los participantes en el San Jordi Bloguero (que va actualizando con las nuevas incorporaciones); podéis verlo aquí. Yo ya estoy deseando participar en la tercera edición; venga, la incordiamos todas un poco a ver si la convencemos para hacer un amigo invisible estival...?