El martes pasado os hablé de "Se llamaba Manuel", una novela que me gustó mucho y que me dejó con ganas de saber (y leer) más de su autor: Víctor Fernández Correas. Por eso, se me ocurrió proponerle una entrevista a la que él, muy amablemente, aceptó. Es ésta:
¡Hola Víctor! Antes de nada, te agradezco mucho que hayas
aceptado que te entrevistase para mi blog.
Las gracias a ti siempre
por la oportunidad de aparecer en tu blog. Muy gustoso de aceptar la
invitación.
Para empezar, ¿quién es Víctor Fernández Correas?¿Podrías
presentarte?
Soy periodista, llevo casi
veinte años dedicado a las tecnologías de la información, a hablar de cosas
relacionadas con ellas, con la pequeña y mediana empresa, y desde entonces, más
o menos, también escribo por placer, no sólo por obligación profesional. Y
desde 2008, año en que apareció mi primera novela en el mercado, me tomo algo
más en serio esto de darle a la tecla. Tanto, que a dicha novela le han
acompañado ya otras dos y la participación en una antología de relatos.
Si no me equivoco, has escrito tres novelas (“La tribu maldita”,
“La conspiración de Yuste” y “Se llamaba Manuel”) además de un relato publicado
en una compilación titulada “Cervantes tiene quien le escriba”. Centrándonos en
las novelas: una está situada en la Prehistoria, otra en el siglo XVI y otra en
el siglo XX. Está claro que te interesa el pasado pero, ¿por qué sitúas tus
novelas en épocas tan distintas? ¿Sobre qué época te costó más escribir?
La época me es indiferente,
lo que me gusta es contar una historia. Así, mientras en La conspiración quise
homenajear al Emperador Carlos, con La tribu me encontré con una historia, la
de los restos de homínidos hallados en la Sima de los Huesos de la Sierra de
Atapuerca, y cuyo yacimiento investiga y excava año tras año el Equipo
Investigador de Atapuerca. El contexto es importante, pero lo que más me
interesa es contar la historia que ese contexto me ofrece, analizar el
comportamiento de sus personajes, sus sentimientos, etc.
En cuanto a la dificultad
de la época, la novela más complicada fue La
tribu maldita. En todos los sentidos: recurrí a revistas científicas o a
tesis doctorales para recrear la época, la fauna, la flora, etc. Hasta tuve que
inventarme un vocabulario compuesto por gruñidos, dado que sus protagonistas no
hablaban sino gruñían. Un reto, desde luego.
Cuéntanos qué proceso sigues a la hora de escribir una novela.
¿Tienes una historia completa en la cabeza a la hora de ponerte a escribir o,
más bien al contrario, decides escribir sobre la prehistoria por poner un
ejemplo, empiezas a documentarte y la historia va surgiendo poco a poco?
Lo primero es la
documentación, proceso que me puede llevar varios meses. Una vez analizada la
documentación, entonces estructuro la novela a partir de lo que he leído,
visto, etc., a lo que uno los personajes, cuyos rasgos muchas veces aparecen
mientras analizo toda aquella documentación. Y, después, y apoyado en una
escaleta, comienzo a escribir poco a poco. Aunque, más bien, tendría que decir
que escribo según lo que me piden los personajes o cómo actúan, pues en cuanto
aparecen en la novela se adueñan de ella y me limito a escucharlos, a seguir
sus directrices. Ellos mandan.
¿Es más fácil escribir sobre un pasado muy remoto –como la
prehistoria- o sobre un pasado que todavía duele –la guerra y la postguerra-?
Si me guío por la
experiencia, es más difícil recrear un pasado muy remoto, especialmente por la
documentación que tuve que manejar. Pero lo importante es tener clara la
historia, lo que quieres contar, y a partir de ahí tú estableces los límites,
hasta dónde quieres llegar con la ambientación de la novela, qué quieres
contar, etc. La dificultad estriba en cada uno, en lo que se quiera
contar.
Las dos primeras novelas son puramente históricas mientras que “Se
llamaba Manuel”, además de tener una magnífica ambientación histórica, cuenta
con una muy intrigante trama policíaca. ¿Vas a pasarte a la novela negra que
tan de moda está?
Cuento historias, y eso
implica, como es el caso de Se llamaba
Manuel, entrar en un terreno distinto al que siempre he manejado como es la
novela negra. Pero sólo porque me lo pedía la historia, lo cual no significa
que vaya a seguir la senda… Por ahora. De hecho, la novela que tengo entre
manos se aleja de la temática negra y regresa a la histórica. No tengo
problemas en mezclar géneros o realizar incursiones en otros. Lo importante,
siempre, es la historia.
Mucha gente teme leer novela histórica pensando que serán novelas
aburridas y de difícil lectura. Estoy segura de que no estarás de acuerdo. ¿Qué
dirías a un lector dudoso para que se atreva a leer una de tus novelas?
La novela histórica es uno
de los mejores vehículos para conocer la historia, en general, además de ser,
en general, una experiencia muy divertida. Ojo, para conocer, para abrir el
”apetito”, pues incita a descubrir más aspectos relacionados con el episodio
leído o con la novela que se tiene entre manos. Está claro que se trata de una
narración en la que la ficción juega un papel destacado, pero ayuda para
conocer mejor tanto la historia en general como la nuestra en particular. Y hay
muy buena novela histórica a la que hincarle el diente en este país. Autores
como Sánchez Adalid, Posteguillo, Luis Zueco, Pedro Santamaría, por citar
algunos, dan sobradas muestras de ello.
¿Tienes la intención de escribir algún libro situado en el
presente?
Como he dicho antes, ahora
estoy embarcado en una historia que se desarrolla hace cuarenta años, pero
tengo el presente siempre en mente. Hemos vivido, y seguimos viviéndolos, años
muy intensos, que seguramente en breve darán a luz más que interesantes
novelas. Estoy convencido.
¿Tienes algún libro en el tintero?
El que te acabo de
comentar. Llevo escritas cerca de cien páginas y es una historia que, creo,
puede gustar. Un contexto histórico destacado, unos personajes que saltan de
una de las tramas a la otra… Hasta ahí puedo leer.
¿Cuánto tiempo, aproximadamente, te cuesta escribir una novela
y cómo es el proceso? ¿Eres un escritor
de costumbres y rutinas o escribes a impulsos y cuando puedes?
Depende de la novela, del
tiempo disponible, etc. Me gusta la rutina y emplear determinados momentos (los
fines de semana, las últimas horas del día…) para escribir. Luego, si el
trabajo te da un respiro, aprovecho para revisar, para corregir, etc. Así, como
mínimo, un año, como poco, año y medio. Al no vivir de la escritura, no
dispongo de tanto tiempo y el proceso se alarga, pero se disfruta igualmente.
Para acabar, ¿nos puedes recomendar un libro?
¿Uno solo? Venga, va: Carta de una desconocida, de Stefan Zweig. Y después, cualquiera
más de él. De sus ensayos, Erasmo de
Rotterdam y Momentos estelares de la
humanidad.
Nota: atentos al blog porque tengo dos ejemplares de "Se llamaba Manuel"; ¿se os ocurre qué voy a hacer con uno de ellos?