"Legado en los huesos" - Dolores Redondo

Ya os comenté cuando os dejé mi reseña de “El guardián invisible” que me había encantado. Por muchas razones: por originalidad, por cercanía con los escenarios, por la introducción de temas que no se suelen tocar en el género negro, por la adecuada introducción de elementos personales en la trama… En fin, por tantas razones, que esta novela se ha convertido en una de las mejores que he leído este año. Por ello, estaba ansiosa de que saliese la segunda parte –como ya sabéis, es una trilogía-. Tuve la suerte de ganar un ejemplar en el sorteo-lectura conjunta que organizó Momentos de silencio compartido y, en cuanto fue posible, la devoré como una loca.

Os cuento mis impresiones con detalle pero os adelanto que “Legado en los huesos” me ha gustado tanto o incluso más que “El guardián invisible”


Dolores Redondo

Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) estudió Derecho y Restauración gastronómica, y durante algunos años se dedicó a distintos negocios. 

Comenzó escribiendo relatos cortos y cuentos infantiles, y la novela Los privilegios del ángel. 
Vive en la ribera navarra, donde ya está escribiendo su próxima obra con la inspectora Amaia Salazar como protagonista y que es la tercera entrega de su trilogía del Baztán. 

El guardián invisible es ya un fenómeno editorial con su próxima publicación en diez lenguas y la venta de los derechos cinematográficos al mismo productor que apostó por la trilogía Millennium, de Stieg Larsson.


Datos técnicos

Título: “Legado en los huesos”
Autora: Dolores Redondo
Editorial: Destino, colección Áncora & Delfín
Edición: tapa blanda con solapas
Fecha de publicación: 19/11/2013
560 páginas
Precio: 18,50 euros en papel; 12,99 euros ebook
ISBN: 978-84-233-4745-2


Argumento

Una de las víctimas del libro anterior fue Johana Márquez y el juicio contra su asesino está a punto de empezar. Amaia Salazar, la que investigó el crimen, está en el Juzgado para asistir al mismo. Pero no puede ser: el asesino se suicida minutos antes de empezar el juicio. En el cuarto de baño del Juzgado, donde tienen lugar los hechos, ha dejado una nota para Amaia. En ella tan sólo pone una palabra “Tarttalo”.

En Arizkun, un pueblecito del valle del Baztán, están sucediendo cosas extrañas. Unos desalmados han profanado por dos veces la iglesia de la población, dejando unos huesos humanos de recuerdo. Amaia será la encargada de investigar el caso. Parece un caso sin importancia, unos vándalos que se dedican a hacer la gracia y, en principio, Amaia no debería encargarse de cosas así, pero la Iglesia tiene interés porque se resuelva pronto el asunto y ha solicitado expresamente su intervención.

Amaia se traslada de nuevo a Elizondo, a casa de su tía Engrasi, para investigar los hechos. Pero pronto se da cuenta de que hay mucho más de lo que a simple vista se ve. Los huesos pertenecen a bebés no bautizados y eso entronca con una tradición del Baztán.

Lo mismo que el personaje del Tarttalo, un ser mitológico, una especie de cíclope de un ojo que se dedicaba a descuartizar a sus víctimas. ¿Alguien le está imitando? ¿Ha podido cometer más crímenes por la zona? Amaia se encargará, simultáneamente, de la investigación de dos casos aparentemente inconexos.


Impresiones

El dicho popular de que “segundas partes nunca fueron buenas”, debería reescribirse porque últimamente, me estoy encontrando con segundas (y terceras, y cuartas…) partes que son, como mínimo, tan buenas como la primera; si no más. Eso es lo que ocurre en este caso: “Legado en los huesos” me ha gustado tantísimo como me gustó en su día “El guardián invisible”. No sé decir si es mejor o peor que aquél –es como si a un niño le preguntan a quién quiere más, a su padre  o a su madre-; sólo puedo decir que me ha encantado y que, a quien le gustó la primera novela, no se sentirá defraudado con su continuación.

“Legado en los huesos” es la segunda entrega de la conocida como trilogía del Baztán. Como en la mayoría de las series policíacas, el caso que se investiga es independiente (aunque en algunos aspectos, relacionado) con el que fue objeto de investigación en la primera entrega. El caso se abre y se cierra en cada libro, dejando todo resuelto. Sin embargo, la trama personal evoluciona lo que hace que no sea aconsejable leer este libro sin haber leído el anterior. Y es que la trama personal tiene en esta trilogía muchísima importancia, más de la que tiene en cualquier otra serie policíaca. Y cuando me refiero a trama personal, no me estoy refiriendo a un punto rosa; a amores y desamores o lo que sea, sino a algo más. Cierto es que sí que hay aspectos que se refieren a la vida personal de Amaia: su vida como esposa, como madre y como mujer que pueda ser deseable para los hombres. Me consta que hay gente que ha criticado la anterior novela por este aspecto pero yo quiero romper una lanza a su favor (o veinte, las que sean necesarias). Si bien me gustan las novelas negras puras, en las que el protagonista es el típico investigador al que nos tienen acostumbradas las novelas americanas, también me gusta (yo diría que incluso lo prefiero), que el policía en cuestión sea una persona más o menos normal, con su vida personal aparte del trabajo, sus alegrías y sus pesares. Me parece que eso le hace más normal, más real y creíble. En este caso, gran parte del aspecto personal de la historia trata de la nueva situación como madre de Amaia y me ha gustado cómo la autora ha abordado el tema. Amaia es una persona que está acostumbrada a darlo todo en su trabajo, que busca la perfección y como madre pretende hacer lo mismo, pero se encuentra con el problema con que nos hemos encontrado todas las madres trabajadoras: lo imposible de la conciliación familiar y que la maternidad no es, en ocasiones, tan bonita como una se imagina cuando está embarazada. En su caso todo se agrava porque al no tener ella misma una madre como Dios manda, quiere hacerlo todo bien con su bebé.

Pero retomo lo que decía antes, que me lío. Comentaba que, cuando me refería a trama personal, no me refería sólo al aspecto personal (“rosa” según algunos) de la novela, sino al familiar. Y es que en estas dos novelas hay una historia muy oscura relacionada con la familia de Amaia. Este tema da muchísimo juego y no se puede considerar en modo alguno “rosa” ya que hay misterios que desvelar y, en realidad, es parte importante de la trama “negra”. No sé si me explico bien: las novelas de esta trilogía cuentan con dos líneas de “investigación”: la criminal propiamente dicha y la familiar, ya que Amaia debe bucear en sus recuerdos y en los de sus familiares para tratar de desvelar cosas que ocurrieron en el pasado; cosas que, en realidad, pueden llegar a ser tan criminales como los asesinatos del presente… La trama familiar ha sido interesante desde la primera entrega de la trilogía pero en esta segunda entrega, en mi opinión, está “que se sale”. Me ha parecido apasionante y me han dado unas ganas enormes de leer la tercera entrega para enterarme de los detalles y recibir las explicaciones que han quedado pendientes. Esta tercera entrega se ve que va a ser de lo más interesante…

Iglesia de Arizkun

La investigación en sí es de ésas que dejan sin aliento y que te mantienen in albis hasta el final. La verdad es que no tenía ni idea de por dónde iba a salir la autora, con qué nos iba a sorprender. Por más que intentaba buscar una explicación a los crímenes, imaginarme quién podía ser el asesino, no tenía ni idea. Me ha gustado la resolución del caso y cómo la autora nos lleva, a Amaia y a los lectores, de la mano hasta el final, dándonos pista poco a poco y engarzando todos los elementos que componen la trama sin dejar ningún cabo suelto.

Como en la anterior ocasión, me ha gustado mucho la introducción de elementos de la mitología vasca. Por curiosidad y por aprender algo, que nunca viene mal, pero también porque le da un aire muy especial que no he encontrado en ninguna otra novela de este tipo. El lugar se presta a ello, sin duda. Conozco la zona; la conocía de antes pero, tras leer “El guardián invisible”, fui de nuevo a visitarla y, realmente, no concibo otro lugar del mundo dónde pudieran transcurrir las historias que Dolores Redondo relata. Como en el caso anterior, la ambientación está muy conseguida, el lector llega a situarse en el lugar y entender, creo, su particular idiosincrasia. Por si no lo sabíais, debido al gran número de visitantes que recibió Elizondo tras la publicación de “El guardián invisible”, se ha organizado una ruta literaria para conocer los lugares donde trascurre la historia. Yo ya estoy pensando en, de cara al buen tiempo, hacer otra nueva escapada al Baztán para hacer dicha ruta.

Los personajes evolucionan, como es normal, en esta segunda entrega. Vamos conociéndolos mejor y sabiendo más cosas de su pasado. Lo más interesante es todo lo relacionado con Amaia, por su historia personal pero, también, por cómo evoluciona como mujer.  Es interesante ver cómo se adapta a su papel de madre, cómo cambia la relación con James, cómo, a pesar de seguir siendo, sobre todo, policía y madre, también es mujer y se enfrenta a…. (bueno, ya veréis a qué se enfrenta cuando leáis la novela; es uno de los temas que más ha dado que hablar en los comentarios que de la lectura hemos hecho  vía Twitter)

La novela me enganchó desde las primeras páginas. Y cada vez me fue enredando más en sus redes de tal manera que, al final, no pude parar de leer. El último día leí más de 200 páginas. Las últimas de tirón, después de cenar; no podía ni quería parar de leer porque sabía que, de irme a la cama sin haber terminado el libro, no podría dormir con la intriga de saber qué iba a pasar. Y es que el final es de infarto, creedme.


Conclusión final

“Legado en los huesos” está, como mínimo, a la altura de su predecesora “El guardián invisible”; igual, incluso la supera. Una novela terriblemente adictiva, que se lee con sumo placer y que sólo tiene una pega: que aún no tenemos la tercera y última entrega de la serie para lanzarnos sobre ella!!!

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