"No recuerdo si lo hice" - Alice LaPlante

Me llamó mucho la atención esta novela cuando la ví en el catálogo de novedades para este otoño de la editorial Maeva. Porque era novela negra, obviamente, y porque tocaba un tema que nunca había visto en una novela de este género: el alzheimer. Me pareció original y diferente y que, según cómo estuviese enfocada, podría dar lugar a una lectura interesante. Como así ha sido

Éstas son mis impresiones.

Alice LaPlante

Alice LaPlante es periodista, colaboradora de revistas tan prestigiosas como Forbes o Discover y profesora de escritura creativa en las universidades de Stanford y de San Francisco.

No recuerdo si lo hice es su primera novela, con la que ha cosechado un gran éxito. Ha sido considerada Libro del Año por los principales medios escritos americanos.

Datos técnicos

Título: “No recuerdo si lo hice”
Autor: Alice LaPlante 
Traductor: Alvaro Abella Villar
Editorial: Maeva
Encuadernación: Tapa blanda con solpas
Fecha de publicación: octubre de 2013
ISBN: 978-84-15532-70-5
Páginas: 256
PVP: 17,90 Euro

Argumento

La doctora Jennifer White tiene poco más de sesenta años y está retirada. Sufre de alzhéimer, enfermedad que le impidió seguir trabajando como cirujana ortopédica especializada en el tratamiento de las manos.

Su vecina y amiga Amanda, aparece muerta, con cuatro dedos de la mano amputados quirúrgicamente. Ha sido asesinada y Jennifer es la principal sospechosa. Pero ella no recuerda nada.

Entre recuerdos inconexos, conoceremos la vida de Jennifer y de sus dos hijos y su relación de amistad/enemistad con la fallecida.

¿La memoria trastornada de Jennifer le impide
revelar la verdad o la ayuda a ocultarla?

Impresiones

Esta novela negra (o de misterio) toca de cerca una enfermedad que, creo, es conocida por todo el mundo. ¿Quién no tiene cerca alguien que la sufra o la haya sufrido? Desgraciadamente, es una enfermedad muy habitual, que hace mucho daño tanto a quien la sufre como a sus familias. En mi caso, mi abuela paterna la tuvo. Además, los abuelos maternos de mi marido. Así que, más o menos, la he vivido de cerca y sé en qué consiste.

Por ello, puedo ver que la autora la conoce muy bien. Está claro que se ha documentado muchísimo sobre la enfermedad, su evolución, sus consecuencias, y el comportamiento de quienes la sufren. Y ha sabido trasladar sus conocimientos al papel, dibujando una historia que se nos hace cercana y real.

La protagonista, Jennifer White, es una mujer todavía joven que sufre de alzheimer. Ni siquiera ha cumplido la edad para jubilarse pero ha tenido que hacerlo porque sus dolencias le impedían ejercer su profesión: la cirugía. Es ella, Jennifer, la que nos relata la historia en primera persona, convirtiéndose así en la protagonista absoluta. Curiosa elección la de una protagonista que, por su enfermedad, no puede tener sino un comportamiento y una forma de actuar errática, ¿no os parece? Y, sin embargo, no veáis lo bien que resulta.

Como en toda novela negra, hay un crimen. Amanda, vecina y amiga desde hace muchos años de Jennifer, ha aparecido muerta en su casa. Tiene un golpe en la cabeza, que le causó la muerte pero, además, se le han amputado cuatro dedos de una mano. El corte es como el que realizaría un bisturí. Teniendo en cuenta que Jennifer era cirujana, especializada en la cirugía de manos, es obvio que las sospechas recaigan inmediatamente sobre ella. Pero no hay pruebas y la propia sospechosa no es capaz de saber si lo hizo o no. La labor de la policía es difícil pues, guardando el respeto debido a alguien enfermo, tiene que interrogarla para ver si, en un arranque de lucidez, Jennifer confiesa o, al menos, puede darles una pista de por dónde tirar.

En conversaciones con la inspectora encargada del caso, con la cuidadora de Jennifer y con sus hijos –Fiona y Mark-, vamos a ir conociendo a Jennifer, la relación que tuvo con su marido y con sus hijos, así como la especial amistad que la unió a Amanda.

La novela no tiene una estructura claramente definida y podríamos considerarla un tanto errática. No es esto una crítica sino todo lo contrario. Para trasladarnos la mente enferma de la protagonista y enseñarnos cómo los pensamientos toman forma en su cabeza, la autora se sirve, precisamente, de esa estructura un tanto caótica, de una narrativa no lineal, sino con saltos en el tiempo. Aunque la estructura de fondo sí es lineal y transcurre día a día, hay saltos hacia atrás en el tiempo, a medida que los recuerdos afloran a la mente de Jennifer. Si hoy tiene un día bueno, es capaz de conocer a la gente que le rodea y de mantener una conversación coherente con ellos; si no lo tiene, igual se ve a sí misma como una niña y llama mamá a quien es realmente su hija, o bien habla con el primer hombre que encuentra pensando que es su marido hace tiempo fallecido, etc… No penséis que esta forma de narrar la historia complica la lectura porque no es así: la lectura es sencilla y agradable, sin ofrecer la mínima dificultad. Esta estructura lo que consigue es que nos hagamos una idea cabal de cómo es la situación de Jennifer en el estadio en el que en este momento está su enfermedad.

Es ésta una novela en la que la caracterización de los personajes tiene mucha importancia. Son pocos los personajes que aparecen en la novela: Jennifer, su marido y sus dos hijos, Amanda y su marido, la policía y la cuidadora de Jennifer más algún que otro personaje muy secundario. Todos los conoceremos por lo que de ellos nos cuenta la propia Jennifer; incluso a ella misma. A pesar de ello, les vamos a conocer bastante bien pues no tiene Jennifer pelos en la lengua para decir lo que piensa de ellos, sean buenos o malos; no maquilla sus personalidades, ni siquiera la suya propia.

Aparecen así unos personajes bastante complejos. Especialmente, Jennifer y Amanda. Dos mujeres de caracteres muy fuertes que, al ser vecinas, se hacen amigas. Pero la suya es una amistad muy muy especial porque ocurren cosas que en personas normales romperían la amistad y sin ninguna posibilidad de arreglo. Sin embargo, ellas se aman y se odian y siguen siendo amigas a través de los años. Ni una ni otra resultan ser personas especialmente simpáticas; más bien todo lo contrario. Por ejemplo, no me gusta nada la forma de actuar de Jennifer respecto de sus hijos. Y no me extraña tampoco que alguien considere que tiene motivos para matar a Amanda pues hay momentos en los que llega a hacerse odiosa.

A medida que lees la novela, te das cuenta de que sólo hay dos posibilidades: o bien Jennifer mató a Amanda, o bien no la mató. Ambas cosas pueden ser posibles pues, aunque Jennifer no es una asesina en potencia, bien pudo, en el curso de una discusión y dados los trapos sucios que hay entre ellas, golpearla hasta matarla. O bien pudo no hacerlo. Ella no se acuerda de nada. Pero, ¿sabéis qué? Que realmente da igual. Aún antes de saber la solución al dilema, a mí me daba igual qué camino tomase la autora: estaba dispuesta a aceptar tanto que Jennifer fuese la asesina como que no lo fuese. Ambas alternativas eran posibles y lógicas y me era indiferente cuál eligiese la autora pues cualquiera de ellas hubiera sido una buena elección. Lo de menos era la resolución del enigma; lo de más el entrar en la mente enferma de Jennifer, el mostrarnos los interiores de una enferma de alzheimer. Sin embargo, y como suele ocurrir en las novelas de misterio, la autora nos tiene guardada una sorpresa final (obviamente, no os voy a dar detalles, sólo decir que me ha gustado y que me parece coherente)
La novela avanza con buen ritmo. No me ha llegado a parecer una novela page-turner aunque casi, ha estado muy muy cerca. Resulta una novela entretenida, fácil de leer, que mantiene un interés constante y que, en definitiva, me ha encantado leer.

Conclusión final

Esta novela ha sido la primera obra de ficción en ganar el Premio Wellcome Trust, un prestigioso galardón que premia publicaciones científicas que relacionan la ciencia con la literatura.

Si os gustan los thrillers psicológicos, creo que os gustará una novela que, además de entretener, muestra un profundo conocimiento de una terrible enfermedad.

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