"Atardecer en París" - Nicolas Barreau

Este libro me llegó un día por sorpresa enviado por la editorial Espasa a la que reitero mi agradecimiento. Como cualquier regalo, fue muy bien bienvenido. Pero, además de por ser un regalo, porque es un autor al que hacía tiempo que tenía ganas de leer. Sus dos novelas anteriores hace años que están apuntadas en mi lista de deseos y sólo estaba esperando la ocasión para leerlas. Al final he empezado por la tercera, publicada recientemente. Pero en este caso, el orden de los factores no altera el producto: dicho de otro modo, las novelas de Barreau son independientes las unas de las otras, por lo que no se hace necesario ir por orden

Éstas son mis impresiones.


Nicolas Barreau

Nicolas Barreau (París, 1980), de madre alemana y padre francés, estudió lenguas románicas y literatura en la Sorbona.

Durante un tiempo trabajó en una librería de la Rive Gauche hasta que finalmente se dedicó a escribir.

Le encantan los restaurantes y la cocina, cree en el destino, es muy tímido y reservado y, al igual que al escritor protagonista de La sonrisa de las mujeres, no le gusta aparecer en público.

Sus tres novelas, publicadas originalmente por una pequeña editorial alemana, han conseguido un gran éxito, especialmente La sonrisa de las mujeres, que se ha convertido en un verdadero fenómeno editorial en Alemania y en Italia.

Ha escrito:

.- La sonrisa de las mujeres

.- Me encontrarás en el fin del mundo

.- Atardecer en París



Datos técnicos

Título: “Atardecer en París”

Autor: Nicolas Barreau

Editorial: Espasa

Edición: rústica. Publicado en mayo de 2013

Páginas: 301

Precio: 19,90 euros en papel, 9,90 ebook

ISBN: 9788467028638



Argumento

Alain Bonnard es propietario de un cine en París. Un pequeño cine, de los de antes, llamado Cinèma Paradis. Un cine no comercial, de los que echan películas antiguas, de calidad contrastada, y no vende palomitas. Un cine familiar, que Alain heredó de su tío Bernard.

Alain está platónicamente enamorado de una joven que siempre viste un abrigo rojo y se sienta en la misma butaca de la fila diecisiete. Una noche rompe su timidez y le habla. La chica es receptiva a Alain y entablan una conversación que les lleva a dar un paseo por la romántica noche parisina y a cenar en un café. Quedan para la semana que viene.

Alain no puede ser más feliz.

Curiosamente, al día siguiente recibe una inesperada visita en su cine: el famoso director de cine americano, Allan Wood y su actriz fetiche en estos momentos, Solène Avril. Solène es francesa y ha convencido al director para que ruede algunas de las escenas de su nueva película en el Cinéma Paradis, al que iba de pequeña. Para Alain, eso supone una importante inyección monetaria, lo cual no le viene nada mal pues no es que el cine tenga una situación económica boyante precisamente; además de ser toda una experiencia. Pero la prensa se mete por medio, hace unas fotos de Alain y Solène paseando juntos por París que hacen pensar a todos que él es la nueva conquista de la guapísima actriz.

Pasada la semana que la chica de rojo, que se llama Mélanie, iba a pasar en el sur visitando a su tía, Alain espera impaciente que llegue el miércoles y la sesión de Les amours au paradis, a la que ella nunca falta y tras la cual tienen su primera cita oficial. Pero Mélanie no llega, ni ése ni ningún otro día…

Impresiones

¿Qué tendrá París que parece que allí cualquier historia de amor es posible? Yo soy una enamorada de esa bellísima ciudad, la más bella que he tenido la ocasión de visitar. Tiene algo, un “je ne sais quoi” que la hace fascinante e inolvidable. Basta pasearse por cualquiera de sus grandes avenidas, de sus preciosos puentes, de sus pequeñas callejuelas…, para darse cuenta que estamos ante una ciudad de mil caras, con mil ambientes distintos, con monumentos preciosos, con vistas impresionantes y con un aura que lo impregna todo y que hace soñar. No conozco a nadie que haya visitado París y haya vuelto desencantado; ni a nadie que tras una primera visita no sueñe con volver una y otra vez.

En ese precioso escenario, se sitúa una bonita y agradable historia de amor.

El escenario es importante, porque impregna la historia de ese toque romántico que la sola ciudad ya aporta. Con Alain y Mélanie pasearemos por el puente Alexandre, tomaremos un café en la Palette o en cualquiera de los encantadores bistrots que pueblan las calles de la ciudad, cruzaremos el boulevard Saint-Germain…y nos pondremos románticos con ellos.

El cine en el que se desarrolla gran parte de la acción también tiene su importancia. Desconozco si ese cine existe y, en su caso, si sigue existiendo (y no tengo conexión de internet mientras escribo esta reseña) pero, si no existe ni existió, seguro que sí lo hizo algún otro similar a él. Yo, desde luego, me lo puedo imaginar perfectamente. Nada de esos cines modernos, situados en un gran centro comercial, de diseño, con muchas taquillas donde comprar las entradas, muchas salas, llenas de sillas supermodernas, con un gran mostrador en el que comprar botes enormes de palomitas que aparecen ensuciando el suelo del cine tras la sesión. No, yo me imagino un cine pequeño, con butacas antiguas, de madera, con el asiento forrado en terciopelo rojo. Una sola taquillera, preferiblemente una señora mayor con el pelo rubio cardado, un acomodador que me acompañará a mi butaca si tengo la mala costumbre de entrar al cine una vez empezada la sesión

Y películas antiguas, quizás en blanco y negro, clásicos del cine de calidad contrastada.

La novela es un homenaje al cine, al de siempre y, en mi opinión, a un director de cine muy famoso y conocido por todos. 

El director que aparece en el libro se llama Allan Wood. Si cambiamos la segunda a del nombre por una e y al apellido le añadimos una y y tomamos el nombre por apellido, ¿qué nos sale? Woody Allen. Además, es un hombre bajito y delgado, con gafas, de Manhattan, al que le gusta Europa… Yo diría que Allan Wood es un claro alter ego de Woody Allen (¿opináis igual que yo?) Quizás la actriz Soléne Avril sea también un homenaje a alguna actriz real pero, si es el caso, no he sabido discernir quién es; ¿alguna idea?

La historia está narrada en primera persona por Alain, el propietario del cine, quien se convierte así en el principal protagonista. Con un lenguaje cercano, coloquial, se traduce en una lectura sencilla y ágil, sin mayores complicaciones. En ella abundan los diálogos, lo que agiliza aún más la lectura. La novela, sin llegar a ser un page-turner, tiene bastante ritmo y, además, la historia de amor se adereza con un cierto misterio que nos deparará algunas sorpresas. Es una historia amable, bonita y tierna. No es un novelón pero sí una lectura que me ha resultado de lo más desagradable y entretenida y me ha dejado con ganas de leer más cosas del autor. Su historia de amor no es de ésas que se recuerdan con el paso del tiempo, pero es bonita y dulce y me ha dejado buen sabor de boca.

He de destacar también, justo al final del libro la relación de las 25 películas de amor del Cinéma Paradis; un elenco indispensable para los amantes de las películas románticas, muchas de las cuales seguro que ya habréis visto. Títulos como Casablanca, Cyrano de Begerac, El paciente inglés, El rayo verde, Un americano en París, Desayuno con diamantes, Juntos nada más u Orgullo y prejuicio… ; dan ganas de volver a verlas.



Conclusión final

Como comentaba al principio, mi primera experiencia con Nicolas Barreau - un autor que, novela a novela, se va haciendo un nombre entre la mejor literatura romántica- ha sido de lo más positiva. “Atardecer en París” es una novela ligera, romántica, de lectura sencilla y ágil, amable y simpática, que he leído muy a gusto y me ha trasladado al París más romántico. Una lectura muy aconsejable para este verano.

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