“Y tú no regresaste” - Marceline Loridan-Ivens

Conocí este libro a través de varias reseñas en los blogs que sigo. Reseñas muy entusiastas que, unidas a que el tema del Holocausto me resulta muy atractivo en literatura, me hicieron tener unas ganas locas de leerlo

Éstas son mis impresiones



Marceline Loridan-Ivens

Marceline Loridan-Ivens nació en Épinal en 1928 y, siendo sólo una adolescente, se unió a la resistencia. A los quince años fue detenida junto con su padre y enviada al campo de Auschwitz-Birkenau y, más tarde, a los de Bergen-Belsen y Theresienstadt.

Superviviente del Holocausto, Marceline ha gozado de una prestigiosa carrera como realizadora de películas y documentales, tanto en solitario como junto a su marido, Joris Ivens, y entre sus obras destaca La petite prairie aux bouleaux (2013), un film inspirado en su experiencia en los campos de concentración.

En 2008, Marceline escribió su autobiografía, Ma vie balagan, en colaboración con la periodista Elisabeth D. Inandiak, y en 2015 ha publicado Y tú no regresaste, una obra que se ha traducido a quince idiomas y ha recibido el premio de la Académie Lilas y el Jean-Jacques Rousseau



Datos técnicos

Título: “Y tú no regresaste”

Autora: Marceline Loridan-Ivens

Editorial: Salamandra

Publicado por primera vez en 2015

Encuadernación: tapa blanda con solapas

ISBN: 978-84-9838-711-7

Páginas: 96

PVP: 14,50 Euros en papel



Argumento
Hay libros que dejan una marca indeleble y, mucho tiempo después de haberlos leído, permanecen vivos en nuestro recuerdo. Éste es uno de ellos. A los ochenta y seis años, Marceline Loridan-Ivens ha volcado en esta carta abierta a su padre un cúmulo de sentimientos profundamente arraigados desde su juventud, de los que ha sido incapaz de desprenderse durante toda una vida.

«Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré.» Esta simple frase, que Marceline oyó de boca de su padre cuando eran deportados en el mismo tren al campo de Auschwitz-Birkenau en abril de 1943, quedó grabada en su memoria para siempre y es el origen de este relato extraordinario.

La dramática lucha de una chica de quince años por sobrevivir en una situación que ha pasado a la historia como paradigma de la máxima depravación de la que es capaz el hombre queda plasmada con una voz asombrosamente desprovista de sentimentalismo y autocompasión. En su lucha imposible contra una fuerza aplastante, Marceline narra los hechos cotidianos con la frialdad y la distancia de quien, incluso después de setenta años, no puede permitirse ni siquiera el sufrimiento; de alguien que invirtió hasta la última fibra de su persona en un solo fin: salir con vida del infierno y honrar así las palabras de su padre.

Pero más allá del conmovedor homenaje de una hija a la única persona en el mundo a la que pudo amar de verdad, estas páginas exhalan un reconfortante soplo de energía y vitalidad, una demostración palpable de la insondable capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos más extremos que su propia especie le presenta.



Impresiones

Marceline, la autora y protagonista del libro es una mujer francesa y judía. Cuando tenía quince años su padre y ella fueron detenidos y llevados a un campo de concentración: él a Auschwitz, ella a Birkeneau. Él le dijo “Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré” . Y así fue. Cuando Francia fue liberada, Marceline también lo fue. Y pudo regresar a su casa, junto a su madre y sus hermanos. Pero su padre nunca regresó. Años después el Gobierno le dio por desaparecido. Marceline nunca superó su muerte 

En este libro Marceline se dirige a su padre en una larga carta en la que expone todos sus sentimientos, sobre lo que pasó, sobre los días en el campo de concentración y sobre lo que ocurrió después. Porque no todo termina con la liberación y es que, ¿cómo alguien sigue adelante con su vida tras pasar lo que ella pasó?

Siempre me han gustado las historias situadas en la Segunda Guerra Mundial, especialmente cuando tratan el tema del Holocausto. Tras tantas novelas leídas, se puede decir que conozco el tema en bastante profundidad. Sé la teoría de lo que pasó y he leído mil veces las cifras de los muertos y desaparecidos. Pero da igual porque siempre, siempre, siempre, cuando leo una novela como ésta, me vuelvo a sorprender. Y es que resulta casi imposible de entender que algo así pudiera ocurrir. Estoy segura de que si antes de 1939 alguien hubiera escrito un libro contando cosas como las que ocurrieron en la guerra le habríamos tachado de loco y a su libro de ciencia ficción. Yo creo que mi mente y mi corazón son reacios a admitir que los hombres pudieran hacer algo como lo que hicieron y por eso me sorprendo una y otra vez.

Lo bueno de las novelas situadas en este período es que siempre aportan algo nuevo; un enfoque distinto, un escenario diferente, otra forma de contar las cosas… En este caso, la autora ha elegido la narración en primera persona con un destinatario en segunda persona y el formato carta. Y es que la novela –el libro más bien porque no es estrictamente novela- es una carta, una larga carta que Marceline escribe a su padre. Por supuesto, la escribe en primera persona y se dirige directamente a él.

Marceline cuenta a su padre todo lo que vivió desde que fue detenida junto a él. El traslado en tren, la estancia en Birkenau, los trabajos, el traslado al final de la guerra a otro campo de liberación, la liberación. Y lo que ocurrió después. Y lo de después es casi lo que más me ha gustado. Porque muchas novelas del género se centran en la guerra en sí y poco más pero es evidente que no todo terminó cuando acabó la guerra. Podríamos pensar que los supervivientes fueron muy afortunados. Tras pasar mil y una calamidades en los campos de concentración, tras ver morir a familiares, amigos y simples conviventes, tras sufrir enfermedades y malos tratos, es una suerte ser por fin libres; evidentemente, pero… ¿y luego? ¿Cómo pudieron seguir viviendo? Porque lo que muchos judíos pasaron tuvo que afectarles de tal modo que, por muy libres que fueran, no sé como psicológicamente fueron capaces de continuar. Tras ver tales horrores cometidos por otros seres humanos, tras ser torturados psicológicamente, ¿es posible seguir viviendo? Creo que muchos se suicidaron; incluso algunos que no pasaron por campos de concentración pero vieron lo que ocurría. Y es que las ganas de vivir hicieron que muchos sacaran fuerzas de donde no las había para sobrevivir a todo lo que les hicieron pero luego llega la vida normal y tiene que ser horrible. Por muchas ganas que se tengan de vivir, las pesadillas, la desazón, el horror vivido…, ¡uf!

Creo que justo esto es lo que hace diferente a esta obra: que Marceline nos cuenta ese después. Ella se puede decir que, relativamente, fue afortunada pues tanto ella como su madre y hermanos sobrevivieron. Sólo perdió a su padre y eso es más de lo que muchos judíos pudieron decir. Pero esa pérdida es tan tan grande que es como si Marceline hubiera perdido el norte. Y esa fuerza que le mantuvo en pie los largos años que pasó detenida parece que falta cuando por fin es liberada. Echa tanto de menos a su padre…

Estamos ante una obra muy corta, ni siquiera llega a las cien páginas. Pero no le falta ni le sobra nada. Todas y cada una de las palabras que contiene están en el lugar que les corresponde para formar un relato vibrante y estremecedor con una fuerza tremenda. Estamos ante uno de esos casos en los que menos es más y en los que con muy pocas palabras se pueden decir muchísimas cosas. Porque Marceline nos desnuda su alma y nos cuenta toda su vida. Por eso el relato es muy intenso y eso hace que impresione vivamente al lector.

La narración de Marceline es directa, dura, sin artificios. Cuenta las cosas según se va acordando por lo que la historia no es lineal sino que va a saltos, retrocediendo y avanzando según va pensando en cosas. Aunque han pasado más de setenta años de los hechos y Marceline es una anciana, su mente sigue siendo igual de vívida que cuando era una jovencita que se vio inmersa en uno de los peores horrores que vivió la humanidad. Hay pasajes duros, como no podía ser de otra forma pero la autora no intenta hacer un relato lacrimógeno ni busca la conmiseración del lector por lo que, en cierta forma, parece que toma un poco de distancia y narra algunos hechos de forma un tanto “fría” , exponiendo los hechos tal y como fueron



Conclusión final

Ni que decir que me ha encantado esta preciosa joya que considero indispensable.

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