"Primera clase" - Miguel Ángel Furones

Desconocía la existencia de esta novelita hasta que se nos ofreció a albanta, a Tatty y a mí, la posibilidad de organizar una lectura conjunta. Si os he de ser sincera, el hecho de que fuese tan corta (de ahí lo de novelita) fue lo que me acabó de decidir; y es que octubre era un mes muy complicado con dos lecturas simultáneas, dos o tres conjuntas, el mes temático… Pero una novela de apenas cien páginas y letra grande se mete como sea en el planning organizativo. Y así ha sido pues la leí en un solo día. 

Probablemente, me cueste más tiempo redactar esta reseña que leer el libro

Éstas son mis impresiones.

Miguel Ángel Furones

Miguel Angel Furones es el publicitario que ha ocupado el puesto más alto en la historia de la creatividad española: director creativo mundial de la multinacional Leo Burnett, con responsabilidad sobre 96 agencias de 94 países.

Pero su pasión fue siempre escribir.

Ha publicado cuentos en Quince historias que vienen a cuento, un ensayo sobre publicidad, El mundo de la publicidad, el libro de poemas El color de las palabras e incluso un ensayo sobre Internet llamado Tres mil años de Internet.

Ahora, retirado ya de su trabajo internacional, al tiempo que continúa con su labor publicitaria como presidente de Publicis España, se ha centrado en el ejercicio de la labor literaria.

Primera clase es su segunda novela después de El escritor de anuncios (Suma, 2013).

Datos técnicos

Título: “Primera clase”

Autor: Miguel Ángel Furones

Editorial: Suma de Letras

Edición: tapa blanda con solapas

Páginas 134

ISBN: 9788483656143

Precio: 14,50 euros en papel /6,99 el ebook

Publicado en septiembre de 2014

Argumento

Aunque la música todavía suene, la última nota ya está escrita

Alberto, el director de la Sinfónica de Chicago, decide abandonarlo todo y regresar a España. En el avión conoce a David, hijo de una alta ejecutiva de IBM que en esos momentos está volando de Londres a Bangkok para reunirse con su amante.

Belén y Alicia pasan la tarde juntas. Por los altavoces del salón de su casa se escucha la voz de Marco, aferrado a un re menor furioso, sin concesiones.
Es El Mesías de Haendel.

Hilary, la soprano, Janet, la mezzo. Todos los personajes se irán sumando de forma inexorable, aprisionados por esa grabación del Oratorio que Alberto dirigiera algunos años atrás.

Primera Clase es una novela narrada sobre una partitura. Las notas no pueden cambiarse. Alguien toma una decisión: volar a Madrid. Pero una vez que despega el avión, una vez que te ofrecen la primera copa de champán, ya todo está escrito. Solo puedes aceptarlo.

Impresiones

Es ésta una reseña difícil de escribir. El motivo es que el libro es tan tan pero tan corto que realmente no sé qué contaros de él. Mucho no puedo contar porque, de hacerlo, destriparía gran parte de la historia. Pero, supongo que algo querréis saber para ver si es una historia de vuestro estilo, si podría gustar, si la apuntáis o no en vuestra interminable lista de pendientes. Así que vamos allá, a ver cómo me las arreglo para contar sin contar…

Empiezo por lo obvio: esta novela, repito, es muy corta. Son 134 páginas, con letra muy grande. Yo me lo leí en un solo día. No de tirón, por lo que no sé exactamente cuánto me pudo durar la lectura, pero calculo que no más de dos o tres horas. Obviamente, para leerse tan rápido, además de corta, la narración ha de ser ágil; y así es.

Por la portada y el título, vemos que estamos ante una historia en la que los aviones tienen un importante papel. Y es que la mayoría de los personajes que en ella aparece están de viaje, dentro de la cabina de un avión. La excepción serán Belén y Alicia, madre e hija, que están en su casa de Madrid. Por lo tanto, casi toda la historia transcurre a bordo. Aviones que transportan pasajeros de una ciudad a otra. Algunos vuelven a casa, otros van en busca de su futuro, todos tienen algún propósito con el viaje.

En los viajes se lee y se escucha música por lo que, de fondo, podremos oír música clásica –el Mesías de Haendel- y leer un libro: “La falsa pista” de mi adorado Henning Mankell (aprovecho para recomendaróslo fervientemente). Algunos pasajeros escuchan música, otros personajes leen ese libro. A mí me ha encantado encontrarme el que considero uno de los mejores libros de mi escritor fetiche de novela negra.

A pesar de la escasa extensión de la novela, aparecen en ella bastantes personajes. Alberto, el famoso director de la orquesta sinfónica de Chicago. Alicia y su hija Belén. Norah, una alta ejecutiva de IBM. Eduardo. Un joven veinteañero con pintas de rockero pero conocedor de la música clásica… Obviamente, no da tiempo en tan pocas páginas a desarrollar los caracteres de los personajes. No busquéis profundización psicológica porque no la vais a encontrar. El autor da justo unas pinceladas sobre cada personaje para que podamos identificarlo y encajarlo en el seno de la historia; y poco más. Al principio he de reconocer que me costaba saber quién era quién. Sabemos tan poco de cada uno que cuando volvía a salir en un capítulo, a veces tenía que retroceder para recordar quién era. Pero creo que, en cierta forma, esto es algo buscado por el autor. Una cierta indefinición en todo el asunto para luego poder sorprendernos… Una apuesta, quizás, arriesgada para una novela que es, sin duda alguna, una novela de personajes. En este tipo de novelas, los personajes suelen estar bastante más desarrollados de lo que lo están en ésta. No obstantes, en mi caso, ha funcionado

El libro está dividido en capítulos cortos que comienzan con un encabezado donde nos señala dónde nos encontramos. En algunos casos, son unas siglas y números. Reconozco que no les hice caso; de haberlo hecho, igual hubiera podido prever el final (o no, quién sabe). Ahora, preparando la reseña, hojeo el libro y me doy cuenta de que realmente el autor nos daba pistas desde el primer momento pero yo no quise o supe verlas.

Los capítulos son alternos. Se alternan tres escenarios distintos y tres grupos de personajes. La historia está narrada en tiempo presente pero algunos de los personajes nos cuentan cosas de su pasado que nos permite conocerlos y, sobre todo, relacionarlos con otros.

El autor escribe de forma fluida y cuidada. En los capítulos protagonizados por Belén y Alicia, prácticamente todo es diálogo (son madre e hija teniendo una conversación) mientras que en el resto de la novela predomina claramente la narración. De todos modos, ésta es ágil y fluida por lo que, si ser un libro que se pega a las manos, sí que se lee fácil y rápido, sin ningún problema. La historia está contada por un narrador omnisciente que, desde fuera, nos cuenta cuáles son los pensamientos y sentimientos de unos cuantos personajes, yendo de uno a otro, de un escenario a otro.

Y, sinceramente, no sé qué más contaros. Podría hablaros del final, claro; un final que no me esperaba para nada (mis ideas iban por otros derroteros, por lo que he de reconocer que me sorprendió mucho –cosa que agradezco) pero, obviamente, no lo voy a hacer. Podría contaros más cosas de los personajes, pero creo que tampoco conviene. Es mejor que os acerquéis a este libro sabiendo lo justo de él, cuanto menos mejor. Yo sólo digo una cosa: que os lo recomiendo; siendo tan corto, no será difícil hacerle un hueco en vuestras atestadas agendas literarias.

Conclusión final

“Primera clase” ha resultado una buena lectura. Una novela que me ha sorprendido gratamente porque no sabía muy bien qué encontrarme y, desde luego, no esperaba la traca final.

Una novela con varias historias que se entrecruzan, con personajes que se conocen o no, que se relacionan o no. Aunque al principio me perdí un poco entre tantos personajes no excesivamente desarrollados, considero que no es esto algo negativo sino lo que pide la historia.

Una historia bien contada y que pide, como música de fondo, escuchar a Haendel. Así que, si queréis, podéis ir escuchándolo también mientras leéis mi reseña

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