De este libro me atrajo su preciosa portada: una portada en diferentes tonos de verdes, con una joven en primer plano con un vestido rojo. Una portada evocadora, que me hizo pensar en una novela entrañable. El mismo sentimiento que me suscitó su sinopsis que hacía referencia a uno de los subgéneros que más me gustan: las sagas familiares. Una vez leído he de reconocer que, si bien no es una novela perfecta, me ha entretenido y me ha gustado
Éstas son mis impresiones
Datos técnicos
Título: Las raíces del olivo
Autora: Courtney Miller Santo
Editorial: Ediciones B
Edición: tapa blanda con solpas
Páginas: 368
ISBN: 978-84-666-5321-3
PVP: 19.00 €
Courtney Miller Santo
Courtney Miller Santo estudió periodismo en la Universidad Washington and Lee, tiene un máster en Bellas Artes y trabajó como reportera.
Las raíces del olivo es su primera novela.
Vive en Tennessee.
Argumento
Las mujeres Keller viven juntas en una vieja casa de campo rodeada de olivares. El primer Keller vino de Irlanda trayéndose unos esguejes de olivos, que plantó en sus tierras. Tierras y olivos que han sido cultivadas durante generaciones por sus descendientes.
Anna es la matriarca, la hija de aquel primer Keller. Tiene ciento doce años, está perfecta de salud y de cabeza y desea ser la persona viva más vieja del mundo.
Con ella vive su hija Bets, que tiene noventa años y su nieta Callie, que cuenta con sesenta y cinco. Al principio de la novela vuelve a casa Erin, la tataranieta, que resulta estar embarazada. Y la bisnieta de Anna, hija de Callie y madre de Erin (esto es, Deb) sale de prisión donde ha pasado veinte años encerrada cumpliendo pena por asesinato. Durante un tiempo las cinco generaciones de mujeres van a convivir en estrecha ¿armonía?
Todas las Keller gozan de una salud excepcional, aparentan menos años de los que tienen y mantienen intacta su inteligencia. Un genetista, que entiende que hay un gen de longevidad en ciertas personas, descubre su existencia y las convence para someterse a pruebas que permitan descubrir cuál es su secreto para mantenerse más jóvenes y vivir más tiempo y en mejores condiciones que la media.
Impresiones
¿No os parece entrañable la idea de cinco generaciones de mujeres viviendo juntas? A mí sí, y fue por eso por lo que me decidí leer este libro. Me encantaría poder seguir compartiendo mi vida con mi abuela, hacerlo con mi madre, mi hija y, en su día (espero), mi nieta. ¡Qué riqueza me causaría algo así! Ésta es la idea de la que parte “Las raíces del olivo” y lo que más me ha gustado de la novela.
“Las raíces del olivo” es una saga familiar y es una novela protagonizada por mujeres. Mujeres normales, que no tienen nada de extraordinario salvo
Anna es la matriarca de la familia. Una de las mujeres más vivas del mundo. Su obsesión es superar en edad a la que, hasta el momento de empezar la novela, es considerada la persona más anciana del planeta. Y tiene visos de conseguirlo porque, salvo alguna pérdida de audición y de vista, Anna está perfecta: no tiene ninguna enfermedad, ni dolores, mantiene su memoria y su inteligencia, puede andar y moverse normalmente…. Anna, como matriarca, cuida de su familia: su hija, nieta, bisnieta y tataranieta que, no siempre ha sido así pero sí lo será durante los meses que transcurre la novela, viven con ella, en su casa. Anna es, probablemente, el personaje que más me ha gustado de todos. el hecho de vivir más años de lo normal. Pero, por lo demás, sus vidas son bastante parecidas a las de cualquiera de nosotros.
Su hija es Beths. Una anciana igualmente, pues ya tiene noventa años. Pero, como su madre, en pleno uso de sus facultades físicas y psíquicas. El marido de Beth está en una residencia de ancianos pues él sí que ha perdido la cabeza y sufre el maldito Alzheimer. Beths ha tenido varios hijos varones, que viven en otras ciudades, y una sola hija, llamada Callie y que también vive en la casa familiar.
Callie es un personaje difícil. Se marchó a vivir fuera pero, tras un accidente en el que resultó herida gravemente y cuyas secuelas (cojera y dolor) arrastrará toda la vida, volvió a vivir a la casa familiar, donde se hará cargo del negocio relativo al olivar. Tiene un carácter muy especial, que hace que no se lleve especialmente bien con su madre y su abuela y que se lleve especialmente mal con su hija, a la que no ha ido a visitar durante los veinte años que ha permanecido en la cárcel del condado.
Deb lleva veinte años presa por matar a su marido y, durante el tiempo que transcurre la novela, consigue la libertad provisional. Se va a vivir con su familia, a la que tendrá que adaptarse (ellas también deberán adaptarse a Deb)
Erin es la hija de Deb; de momento, la última generación. Pero está embarazada y ha ido a la casa familiar para dar a luz a quienes, todas, piensan que será una niña: la sexta generación. El padre no importa, fue un error, un hombre casado. Lo que importa es que las mujeres de su familia la arroparán, como lo hicieron cuando, con cuatro años, se quedó huérfana de padre y casi huérfana de madre al ser condenada ésta por su muerte.
El nudo principal de la historia está constituido por las relaciones entre estas cinco mujeres. Mujeres que son familiares directos, sí, pero que tienen formas de ser, historias y vivencias muy diferentes, que harán que, en muchas ocasiones, existan roces entre ellas, muchas veces de muy difícil solución. Problemas que se acrecientan porque, como en toda gran familia, hay secretos escondidos desde hace años, algunos de los cuales saldrán a la luz y que, quizás, cambiarán sus vidas…
Además de las relaciones familiares de las mujeres Keller, que es la trama principal, tenemos una subtrama muy relacionada con ella. Un genetista, el doctor Hashmi está investigado sobre la posible existencia de un gen de la longevidad. Su teoría es que, si algunas personas viven mucho más y en mejores condiciones que otras (salvo accidentes, guerras y otros sucesos extraordinarios) es porque hay algo en su naturaleza que lo permite: un gen, que él tratará de descubrir con la intención de utilizarlo para que la humanidad entera pueda vivir más y mejor. Eso me produce emociones contradictorias, la verdad. Estoy convencida de que habrá gente investigando temas como éste y que, muy probablemente, se produzcan avances. ¿Pero es eso algo positivo? Tal y como estamos, en una situación en la que el Planeta no puede alimentar adecuadamente a una humanidad creciente, ¿es aconsejable prolongar la vida de los que ya estamos? ¿Y conseguir un envejecimiento gradual de la población? Una prolongación de la vida que podríamos considerar artificial por cuanto que se haría a través de tratamientos, medicamentos o lo que sea en lo que se traduzcan las investigaciones. Aunque, al estar esa posibilidad dentro de nosotros mismos (o de algunos de nosotros), en cierta forma, no sería artificial del todo sino obra de la misma naturaleza. ¿Qué os parece? Como comentaban en el mismo libro, realmente la esperanza de vida se ha duplicado en apenas un siglo y triplicado o más si la comparamos con la esperanza de vida que tenían los hombres de Cromagnon. Y eso se debe al progreso, a la investigación médica, a las mejores de salubridad, etc… ¿Ha sido realmente algo natural o es artificial? Porque natural es que el hombre investigue, no? En fin, como veis, muchos interrogantes y algo que os doy para pensar.
Me gustan los libros que me plantean interrogantes como éste sin pretenderlo y sin buscarlo. Uno ya sabe que si lee ciertos libros (de denuncia social, por ejemplo) se va a encontrar con cosas que le harán pensar y remover su conciencia. Pero cuando te pones a leer un libro en el que no buscas nada más que una historia entretenida y para pasar el rato y te encuentras con algo que te hace meditar en aspectos más profundos…, para mí supone una agradable sorpresa.
Dejando atrás este tipo de historias, tengo que decir que “Las raíces del olivo” es una novela entretenida, fácil de leer, que proporciona unas cuantas horas de diversión. Una historia de mujeres en la que los sentimientos están a flor de piel.
Una historia con secretos, cosas escondidas, no dichas, rencores y malentendidos que a veces envenenan las relaciones entre unas personas que, por lo demás, se quieren y apoyan. Es una novela que habla de las relaciones entre madre e hija, tan difíciles muchas veces y más cuando se da una situación de convivencia.
Relaciones a varias bandas, además, porque aquí sólo una de ellas no es madre mientras que las demás son al mismo tiempo madres e hijas.
El escenario se limita a la casa familiar y al olivar que la rodea. Las mujeres apenas salen de allí y la novela sólo en contadas ocasiones se traslada a otros lugares como la residencia de ancianos en la que vive Frank o la cárcel de mujeres del estado. Pero esa casa está situada en una población llamada Kidron y el señor Keller fue uno de los primeros habitantes por lo que la autora aprovecha para ofrecernos un recorrido histórico por el siglo de vida del lugar, con situaciones tan pintorescas como el tener que mover, una a una, unos metros todas las casas del lugar.
Los personajes están bastante bien caracterizados. Sin ser un prodigio de introspección, sí que la autora nos da las notas suficientes para definir sus caracteres y distinguir las unas de las otras. Son''' personas normales, con bastantes visos de realidad'''; mujeres que uno podría encontrarse por la calle, o incluso en su propia familia. También es cierto que unas están mejor definidas que otras: Anna y Erin, quizás también Beth, son las más dotadas de personalidad propia. Callie y Deb, los personajes más complicados, son también los que menos definidos están –quizás por esa misma complicación- y es una pena porque ambas dan mucho juego y un análisis exhaustivo de su mente hubiera sido muy interesante
El estilo es sencillo, fácil de leer y entretenido. No es una novela con un ritmo trepidante pero no aburre y se lee muy a gusto. La historia aparece narrada en tercera persona, por un narrador omnisciente. Como curiosidad, comentar que de vez en cuando aparecen fragmentos –normalmente con la forma de artículos de opinión-, que se refieren a los avances del genetista y que tienen un estilo más periodístico. En la novela no hay giros argumentales y las sorpresas y secretos escondidos al final no lo son tanto porque, al menos yo, pude intuir por donde iban a ir los tiros. Quizás si la autora nos hubiese ofrecido algún giro sorprendente, la novela me hubiera impactado más pero, tal y como está, considero que resulta más real. De hecho, he leído en alguna parte que, al menos parcialmente, está basada en hechos reales, en la vida de algún familiar de la escritora. Y la vida real suele ser así: con cosas buenas y desgracias, con algún secretillo escondido debajo de la alfombra, con amores y desamores, rencores y desaveniencias.
La novela está dividida en cinco grandes partes, cada una de ellas dedicada –en teoría al menos, porque luego las historias de unas y otras se entremezclan- a una de las mujeres Keller. Cada parte se subdivide en capítulos de corta extensión que dan agilidad a la trama
Conclusión final
“Las raíces del olivo” es una novela protagonizada por cinco generaciones de mujeres de una misma familia que, en el marco de un olivar familiar, nos descubrirán sus secretos, sus vidas y sus miserias. Una novela que nos habla de la difícil relación madre e hija y la dificultad de convivir cuando se tienen caracteres tan diferentes. Una novela que, si bien no pasará a los anales de mis preferencias literarias, me ha gustado bastante y me alegro de haber leído.
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