"El sabor de las pepitas de manzana" - Katherina Hagena

Le eché el ojo a esta novela en cuanto la ví en el catálogo de novedades de Maeva. De ella me atrajo todo: el título, la preciosa portada, que fuese de Maeva (editorial cuyos libros me suelen encantar) y, por supuesto, la sinopsis, que hablaba de sagas familiares, con lo que a mí me gustan…

Quiso el destino que Carmen del blog Carmen y amigos organizase una lectura conjunta sobre esta novela, que sortease 4 ejemplares de la misma y que me tocase uno de ellos. Si no, igualmente la hubiese leído con el tiempo; pero mucho mejor así, en el seno de una lectura conjunta. Cada vez me gusta más esto de leer varios el mismo libro a la vez porque, aunque las impresiones suelen ser parecidas (salvo, quizás, en la de Colgado en tus manos que, o bien ha encantado, o bien no ha gustado apenas nada), cada lector saca sus propias conclusiones y destaca unos hechos que a los demás les ha pasado más desapercibidos… Mi propósito para el año nuevo: apuntarme a todas las lecturas conjuntas que pueda.

Katherina Hagena

Katharina Hagena, nacida en 1967, estudio literatura inglesa y alemana en Marburgo, Londres y Friburgo y se dedicó a la investigación y la enseñanza. Colaboró con la Fundación James-Joyce y fue profesora en el Trinity College de Dublín y en la Universidad de Hamburgo, ciudad en la que vive en la actualidad. Tras el éxito de su primera novela se dedica por completo a la escritura.

Su página web: www.katharinahagena.de

Datos técnicos

Idioma: castellano
Nº de páginas: 224
EAN: 9788415120247
ISBN: 978-84-15120-24-7
Año: 2011
Formato: 15 x 23
Encuadernación: cartoné
Precio: 19,90 €
Traducción: Koŝutić, Ana

Argumento

Iris, la narradora de la novela, vuelve a la casa familiar, la casa de sus abuelos, tras la muerte de Bertha, su abuela. Allí se encuentra con que Bertha le ha dejado la casa. Pasa unos días en la misma decidiendo qué va a hacer, si aceptar o repudiar la herencia, y no puede evitar que el pasado vuelva en forma de recuerdos, dolorosos en la mayoría de los casos.

Sabremos así, a través de sus recuerdos, la historia de sus abuelos Bertha y Hinnerk así como de Anna, la hermana de Bertha, que murió muy joven. De sus tres hijas: Christa (la madre) de Iris, la bellísima y electrizante Inga y la más alternativa Harriet. De la tercera generación: la propia Iris y su prima, que murió con 15 años, Rosemarie. Así como de su amiga Mira y del hermano pequeño de ésta, Max, con quien Iris se reencontrará tras casi veinte años de ausencia.

Con sus recuerdos, nos dará traslado de las vivencias de su familia, una familia bastante normal, pero que, como la mayoría, guarda trapos sucios, algunos de ellos inconfensables.

                                                                                                         

Impresiones

Tenía muchas expectativas puestas en esta novela y siento confesar que se han visto defraudadas. Aún reconociendo que es una buena novela, con una prosa que roza la perfección, no me ha acabado de convencer. Siempre es peligroso esperar mucho de un libro pero es que todo apuntaba a que iba a ser una de las mejores lectoras de este año: la propia publicidad del mismo que habla de “libro del año” y de “verdadera obra maestra”, la sinopsis, las reseñas que han ido apareciendo…, todo eso me hizo pensar que iba a encontrar una novela de diez y, lamentablemente, no me lo ha parecido. Intentaré transmitiros porqué.

Antes de nada, señalar lo bonito que es libro: bonito en sentido literal. Una portada con una sobrecubierta preciosa, evocadora, que se prolonga en el cartoné, del mismo estilo. Una edición muy cuidada, que entra por los ojos.

Me encantan las sagas familiares, es uno de los subgéneros literarios que más me gustan. Eso de bucear en la historia de una familia, generación tras generación, comprobando como los hechos de los abuelos, influyen en los padres e incluso en los nietos, cómo los trapos sucios que se esconden debajo de la alfombra son finalmente desvelados…, todo eso me fascina. Así que cuando encuentro un libro que puede definirse como saga familiar, me tiro de cabeza a por él. Este año he leído otras dos sagas familiares: “Habitaciones cerradas” de Care Santos y “Violetas para Olivia” de Julia Montejo. Y ambas son de 10: no sólo porque están muy bien escritas sino porque la historia que narran es fascinante. Y, claro, si comparo “El sabor de las pepitas de manzana” con ellas, se me queda corta; en mi humilde opinión, no está a su altura, ni mucho menos. Sí en cuanto a escritura: las tres están perfectamente narradas, pero las dos primeras la superan en cuanto a contenido, a personajes y a sensaciones que transmiten. Me ha quedado la sensación de que esta novela se queda a medias: que tenía base suficiente para haber sido lo que pretenden que sea, una novela magistral, pero no ha llegado a serlo. Los personajes están bien peeeero, la historia está bien peeero, transmite sentimientos peeero…; muchos peros, demasiados.

Los personajes: como digo, están bastante bien, son personajes interesantes pero no se les ha sacado todo el jugo que tenían. Están más o menos bien caracterizados: lo suficiente para tener entidad propia, para que con se confundan unos con otros, pero tampoco es que lleguemos a conocerlos a la perfección, a que parezcan reales. Así como, meses después recuerdo perfectamente quién era Amadeo Lax de Habitaciones cerradas, no creo que en febrero recuerde ninguno de los nombres de los protagonistas de esta novela. Quizás la extensión –tan corta- de la novela no daba para más. Por otro lado, ninguno de ellos me ha gustado demasiado; tampoco me ha disgustado. Esto creo que va a ser la tónica de mi opinión: nada me ha disgustado pero nada me ha gustado demasiado.

En cuanto a la historia, desde el principio vamos a saber que hay alguna cosilla oculta en la historia de esta familia pues Iris así nos lo cuenta. Lo que más interés tiene es averiguar cómo murió Rosemarie. Y, sí, cuando finalmente lo sabemos, es realmente sorprendente y es un buen colofón para la novela. Pero hay otras cosas que quedan un poco sueltas, sin el desarrollo que pienso debería haber tenido: el “misterio” del origen de Inga, la relación entre Mara y Rosemarie (en la que pienso debería haber profundizado más), la relación entre las tres hermanas…; me da la impresión de que  la autora se ha quedado un poco en la superficie cuando muchas de las vivencias que narra daban para mucho. Y, aunque el final es cerrado, deja algunas preguntillas en el aire; y a mí, ya lo he dicho muchas veces, me gusta que me lo den todo mascado y bien mascado.

Transmite sentimientos peeero: efectivamente, la novela es melancólica, tirando a triste; con algún toque de humor proveniente de Iris, que se revela como una auténtica patosa que se pone a sí misma en situaciones absurdas: conducir una bicicleta con un vestido de fiesta y acabar embadurnada de pintura, nadar desnuda en el lago y encontrarse de frente con su abogado, etc… Es básicamente, una novela de sentimientos; no obstante, me ha dejado bastante fría. No he sabido conectar con ninguno de los personajes ni con sus historias, no he sufrido ni vibrado con ellos, no me he sorprendido ni me he echado las manos a la cabeza…, nada. Un libro de este tipo debería haberme hecho llorar y ni por asomo. Al contener un cierto misterio, debería haberme hecho comerme las uñas, pasar las hojas para saber qué era, y ni por asomo tampoco.

En fin, que como veis, no me ha convencido. Lo que le salva es la prosa de Katherina Hagena, verdaderamente magistral. Escribe de vicio, no es difícil entresacar del texto maravillosas frases y párrafos. Utiliza un lenguaje muy descriptivo; quizás demasiado, porque hay  más descripciones que cualquier otra cosa; no obstante, se lee a gusto por lo bien escrito que está. En cuanto a escritura, le doy un diez sin dudarlo. Pero en cuanto a historia no, no me ha convencido.

Ejemplos de esa maravillosa prosa hay muchos. Si leyéramos el libro con un rotulador en las manos para subrayar párrafos bonitos, acabaríamos con todo el libro pintarrajeado. Uno de los que más me ha gustado es el que se refiere a las palabras: “De niña tenía un cuaderno de vocabulario donde anotaba palabras especiales… Las palabras estaban clasificadas por categorías. Había palabras bonitas, palabras feas, palabras engañosas, palabras invertidas y palabras secretas. … Las palabras engañosas me indignaban porque se hacían pasar por anodinas para luego revelarse infames o peligrosas, como “efectos secundarios” o “picante”. También sugerían un significado mágico, como “catavientos” o “cigüeñal”, pero en realidad eran de una frustrante normalidad. … Las palabras secretas eran, por su naturaleza, las más difíciles de encontrar. Se comportaban como si fueran absolutamente normales pero acababan revelando un contenido totalmente distinto y excepcional. En suma, lo contrario de las palabras engañosas…” . O el párrafo que se refiere a la lectura: “Leer era lo mismo que coleccionar y coleccionar era lo mismo que conservar y conservar era lo mismo que recordar y recordar era lo mismo que no saber exactamente y no saber exactamente era lo mismo que haber olvidado y olvidar era lo mismo que caer, y había que ponerle fin a la caída”

Me ha costado mucho meterme en la historia; de hecho, no creo ni que me haya llegado a meter. La narración es lenta y, por eso, no creo que ésta sea una novela para cualquier lector o, mejor dicho, para cualquier momento. Es una novela para saborear con tranquilidad, para leer disfrutando de la belleza de las palabras. No es, ni mucho menos, una novela para leer como la he leído yo: sin poderla tomar más de media hora seguida, casi siempre con un bebé berreando al lado, estresada en definitiva. Es de esas novelas que puede o no gustar según el momento en que se lean.

Conclusión final

No ha sido la lectura que esperaba. El hecho de que me hubiese hecho demasiadas expectativas y mis circunstancias personales (falta de tranquilidad para leer) es lo que creo que no haya disfrutado tanto de esta novela cómo había pensado hacer. No quiere esto decir que la novela no me haya gustado o que no la recomiende. Es muy recomendable porque, repito, Katherina Hagena escribe muy muy bien: su prosa es magnífica. Pero yo valoro un libro según cómo lo haya disfrutado y, teniendo esto en cuenta, no le puedo dar más valoración de la que le doy. Me esperaba mucho más y, en ese sentido, me he sentido decepcionada. Desde luego, si alguien me dice que le recomiende una saga familiar, no le recomendaría ésta: “Habitaciones cerradas” o “Violetas para Olivia” me parecen el doble de buenas pues tienen todo lo que ofrece esta novela y algo más: una buenísima historia.

Nota: gracias a Carmen y a Maeva por organizar esta lectura conjunta y por hacerme llegar el ejemplar.

Podéis encontrar el libro en Popular libros

Resto de reseñas:

Carmen del blog Carmen y amigos

Tatty de El universo de los libros

LittleEmily del blog Reading at the moonlight

Aran del blog Soy un espíritu libre

Margari del blog Mis lecturas y más cositas

Margaramon del blog Libros y excursiones

Goizeder del blog Cuentate la vida

Bookworm del blog Bitácora de mis lecturas

Lourdes del blog Libros que voy leyendo

Belisama del blog El gato del baúl

Pepe del blog La casa de san JamásKristineta! de Cris y sus mariposas

Luisa del blog Aquí me quedé

Marian del blog Marian lee más libros
Matilda del blog Matilda libros
Jota del blog El coser y el contar
Isi del blog From Isi