Sigo esta serie desde el principio. Atraída en un primer momento por ser una novela negra nórdica –género el de la novela negra que, como sabéis, me encanta y subgénero, si así podemos llamar al nórdico, que me ha dado muchas alegrías, la he leído entrega a entrega, sin perderme ni una. Como no podía perderme la que es la cuarta novela, “Expediente 64”, publicada hace unas semanas por Maeva. Primera novela, por cierto, con un título corto pues las tres anteriores tenían en común –además de muchas otras cosas- un título largo que incluía una oración subordinada.
Cuarta novela que he devorado en unos pocos días y que me ha dejado esperando ansiosa la quinta.
Pero vamos con mis impresiones
Datos técnicos
Título: “Expediente 64” Autor: Jussi Adler-Olsen
Publicada por Editorial Maeva, edición de gran tamaño, tapa blanda con solapas. También disponible en ebook
Páginas: 512
ISBN: 978-84-15532-54-5
Año: 2013
Precio: 19,90 €
Jussi Adler-Olsen
Jussi Adler-Olsen (Copenhague, 1950) fue editor de comics y redactor de revistas antes de empezar a escribir en 1995. Ha vendido un millón de ejemplares de los cuatro títulos de la serie del Departamento Q en Dinamarca, y ha recibido el premio Glass Key en 2010 y el prestigioso De Gyldne Laurbær, entre otros.
De momento, en España se ha publicado:
.- Departamento Q. La mujer que arañaba las paredes. Publicado en edición de gran tamaño (en la colección Mistery Plus) y en edición de bolsillo (Embolsillo)
.- El mensaje que llegó en una botella, ya disponible también en bolsillo
.- “Expediente 64”
Argumento
En esta ocasión, a Carl y a Assad, miembros junto a la secretaria Rose, del Departamento Q de la policía de Copenhague, les toca investigar una desaparición ocurrida en 1987. Una desaparición que enseguida se convierte en unas cuantas pues, entre la multitud de casos sin resolver que atestan el sótano donde tienen su sede, pronto verán otras que ocurrieron en la misma fecha, no dudando en establecer entre ellas una conexión.
Alrededor de todo ello, empieza pronto a destacar Nete Hermansen, una mujer de oscuro y triste pasado, que tuvo que pasar por experiencias que nadie debería vivir, aunque pudo recuperarse y llevar una vida normal, con el afamado médico con el que se casó. Normal hasta que su pasado vuelve a visitarla.
Al mismo tiempo, los caminos de Assad y Carl se cruzan con Curt Wad, un octogenario ginecólogo, fundador del partido político Ideas Claras, de extrema derecha, que, por lo que parece, lleva una carrera ascendente hacia el Parlamento danés.
Isla de Sprogo |
Impresiones
Está claro que Jussi Adler-Olsen ha encontrado su estilo a la hora de escribir. Sus cuatro novelas siguen el mismo esquema de tal forma que yo creo que podría reconocer la quinta si me la diesen sin el nombre del autor.
Es marca de la casa la forma de empezar la novela: un prólogo que ocupa tan solo siete hojas nos pone ya en situación: una pareja está en una fiesta. Un hombre se acerca y le dice algo horrible a la mujer; algo que su marido no sabía ni sus amigos ni nadie y que, rápidamente, desbarata todo lo que había conseguido en la vida. Luego un viaje en coche con su marido, una discusión, un volantazo y un barranco. Un comienzo de vértigo que consigue, en tan pocas páginas, enganchar completamente al lector.
Tiene también en común con las dos anteriores novelas que desde el primer momento ya se nos van a contar muchas cosas. Casi desde el primer momento sabemos – o creemos saber- quién es el malo de la historia. Sabemos su nombre y, más o menos, sus motivaciones pero queremos saber más. Sobre todo porque, en este caso, lo que vamos sabiendo de ese malo hace que no nos lo parezca tanto; consigue que nos pongamos de su parte ya que cuando las cosas se hacen por una justicia que los tribunales no pueden conceder, no parecen tan malas, verdad?
Pero en esta ocasión no hay un solo malo –el responsable de las desapariciones- sino muchos malos que, de alguna manera, en el pasado, se relacionaron con el primero, con hechos y conductas totalmente aborrecibles de tal manera que, como digo, la maldad del primero, no nos parece al final tan mala, sino consecuencia totalmente lógica
Más o menos desde el principio vamos a conocer a todos los protagonistas de los crímenes de esta novela, sus nombres, sus personalidades y su forma de actuar. Una forma curiosa la de Jussi Adler-Olsen de plantear sus novelas, dando desde el principio, la información que la mayoría de los autores de misterio se reservan hasta el final pero que, como os comenté en las ocasiones anteriores, le funciona de maravilla. Esta forma de plantear las cosas no quita interés o suspense a la historia; ni mucho menos, la novela engancha desde el principio y guarda muchas sorpresas en su interior.
A estas alturas, si hemos leído las tres anteriores entregas de la serie, ya conocemos a los protagonistas principales: a Carl y Assad sobre todo pero también a Rose, a Jesper, a Hardy, etc…. Desde la primera entrega os comenté que el personaje que más me gustaba era Assad, ese sirio simpático y en apariencia bonachón, que nos hace sonreír con sus “o sea” y que sabemos que guarda muchos secretos. Estamos deseando conocer quién es pero nos seguiremos quedando con las ganas. Algo más sabremos en esta historia –o quizás sería mejor que sabremos un poco menos- y la historia que tiene que haber detrás de Assad se plantea de lo más interesante; ¡estoy deseando conocerla! Pero Jussi Adler-Olsen da la información sobre los temas personales con cuentagotas así que no va a ser en esta cuarta entrega donde sepamos quién es realmente Assad (y me da que tampoco en la quinta, habrá que tener paciencia). También arrastra desde la primera entrega, el caso de la pistola clavadora de clavos: un hecho en el que se vio envuelto Carl y sus entonces dos compañeros, a resultas del cual uno resultó muerto, Hardy (el que vive ahora con Carl) muy malherido e incluso Carl recibió un tiro. En esta ocasión parece que se le da un poco más de importancia a este caso, se averigüan cosas nuevas, pero tampoco se resuelve nada así que tendremos que esperar también a ver qué nos deparan las entregas posteriores de la serie.
Carl me gusta, no lo voy a negar. En la primera entrega se nos presentaba como un policía vago, que sigue la ley del mínimo esfuerzo y no le importa dormirse en los laureles –literalmente- . Sin embargo, parece que le va cogiendo el gustillo a los casos sin resolver del Departamento Q y cada vez se implica más en ellos y deja a un lado su proverbial pereza. Incluso su vida personal le va yendo mejor, con la persona con la que acaba de comenzar una relación.
Como en las tres novelas anteriores, el caso de las desapariciones hunde sus raíces en el pasado. Y al pasado nos vamos a retrotraer un capítulo sí y otro no. Así, tras un capítulo que ocurre en la realidad, tendremos otro que ocurre en el pasado, a su vez, subdividido en dos: parte del mismo ocurren en 1987, el año de las desapariciones, y otra parte unos veinte años atrás. Sabremos así de primera parte el motivo de que en 1987 ocurriese lo que ocurrió. Como siempre, a mí este retrotraerse en el tiempo para conocer las motivaciones de los malos de la película, me encanta.
Uno de los puntos más interesantes de esta novela es uno de los temas que plantea: la selección racial. Hay un ginecólogo, perteneciente a una asociación, que forma parte de un grupo político, que quiere una raza danesa pura. No le valen los “morenitos” ni los “idiotas”, ni las “ligeras de cascos”… Todo eso no hace más que empobrecer al país y degenerar la sociedad poco a poco. Por eso, hace lo que puede para que eso no ocurra con prácticas no sólo ilegales sino totalmente inmorales. Alguna pasa como convencer a una danesa rubia de ojos azules, alta, para que no aborte; vale, eso bien, sin problemas. Pero ojalá fuese siempre así. Porque lo malo del caso es que a veces, muchas veces, le han llegado casos a él y a sus colegas, de gente sin muchos recursos, o de inteligencia no muy fina, o extranjeros o, lo que ellos consideran –conforme a sus absurdos criterios- indeseables; y, voilá, al examinara a la pobre e incauta embarazada resulta que ha hallado un problema que va a dar lugar a un aborto espontáneo, o un legrado, cuando no a una esterilización definitiva. Un supuesto para que se nos pongan los pelos de punta y que se nos revuelva un poco el estómago, ¿no os parece? Ya os comenté en la reseña de “Dorón Beantar. Morir matando”, que últimamente no paraba de encontrarme supuestos más o menos relacionados, temas de selección de la raza, ataques contra determinadas razas…, ideas de corte, en general, nazis. Y yo me pregunto qué hay de todo eso en la realidad; o, mejor dicho, ya sé que son ideas reales, que desgraciadamente existen pero, ¿hasta qué punto están instauradas? Porque una tiende a pensar que cada vez lo están más. Y es un asunto de lo más preocupante…
No os voy a negar que es un tema que me ha puesto los pelos de punta y me ha llegado a asquear. Que alguien mate porque sí a niños inocentes, que alguien decida quién puede o no tener hijos, que le quiten a una mujer lo más preciado que tiene, la posibilidad de, si quiere, ser madre, es algo que me repugna en lo más hondo. Pero, lo peor de todo, es que no está tan alejado de la realidad. Ya nos lo dice en el epílogo el propio autor: en la isla de Sprogo, entre 1923 y 1961, como parte de un complejo mayor de instituciones repartidas por varios puntos del archipiélago danés, albergó un sanatorio para mujeres; un eufemismo para lo que en realidad era una cárcel a la que se enviaba a mujeres que padecían enfermedades mentales, prostitutas, madres solteras o jóvenes demasiado ligeras de cascos, en un movimiento eugenésico iniciado a principios del siglo XX para evitar que “genes indeseados” se propagaran en la sociedad. Muchas de esas mujeres permanecieron durante años en la isla y fueron sometidas a torturas y malos tratos por parte del personal. En muchos casos, la única forma de salir era pasando por una esterilización forzada. Durante años, Sprogo se convirtió en un elemento de fábula; había madres que incluso amenazaban con llevar allí a sus hijas si se portaban mal (el famoso “coco” de nuestra infancia, que inocente era en comparación!). Desgraciadamente, este método fue aplaudido en Dinamarca e, incluso, en otros países europeos donde el danés eran un ejemplo de salud pública. Finalmente se cerró, pero las víctimas nunca recibieron ningún resarcimiento, ni siquiera un reconocimiento. Por eso, me alegra mucho que este autor haya recuperado este asunto; siempre es bueno aprender del pasado y recordar los errores para que nunca se nos olviden.
La trama se desarrolla de forma pausada, poco a poco, de la forma que uno entiende se desarrollaría también, de existir, la investigación real. Vamos conociendo datos sueltos que, poco a poco, van encajando en el puzle hasta que todo cobra sentido. Transcurrir pausado que no está reñido con que sea un libro que se lea fácil y rápidamente pues se pega a las manos ya que estás ansioso por saberlo todo
Me ha parecido una investigación complicada, con muchas piezas que parecía difícil que al final pudieran encajar pero que lo hacen y a la perfección. Y, a pesar de que desde el principio estaba todo el bacalao vendido, el autor en un giro impresionante me dejó en las últimas páginas con la boca abierta: con una sorpresa que jamás me hubiese podido imaginar
Conclusión final
Una vez más, vuelvo a recomendar una novela del Departamento Q. Imprescindible para los amantes de la novela negra.
Las historias son independientes por lo que no hace falta que sean leídas en orden. Obviamente, siempre es mejor hacerlo así pero, así como en otros casos (por ejemplo, con las novelas de Camilla Läckberg) la cuestión personal tiene mucho peso de tal manera que, si no leemos su serie en orden, podemos encontrarnos con que primero se casan y en la siguiente novela que leemos se conocen los protagonistas (que tampoco tendría mucha importancia, la verdad), en este caso, si bien hay muchas referencias a la situación personal de los protagonistas, no tiene tanta transcendencia como en estos casos y, además, los detalles que se citan son explicados para que los nuevos lectores puedan leer la novela sin problemas.
¿Qué? ¿Os animáis a conocer al Departamento Q?
Para acabar, un “experimento” matemático que se recoge en el libro:
Tened en cuenta que, hagáis lo que hagáis, os va a dar este resultado: 1.089
Pensad un número de 3 cifras y escribidlo. Ahora dadle la vuelta (por ejemplo, si habíais pensado el 123, poned ahora 321). Ahora, restad al mayor de los dos números el menor. Quedaos con el número que sale. Ese número tenéis que ponerlo al revés y sumarlo a ese con el que os habéis quedado. ¿Cuánto suman? ¿Por casualidad suman 1.089? A mi hijo le ha encantado jajaja. Para que luego digan de los de Letras!
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